Opinión

¿Quién negocia y quién decide?

NUNCA DEJARÉ de manifestar mi convicción de que la dirección asamblearia conduce a la indecisión con frecuencia y en demasiadas ocasiones no facilita adoptar la más conveniente resolución. Gobernar es decidir, de modo que no hacerlo o hacerlo con dificultad, no puede ser la opción razonable de gobierno.

Pero siendo eso así, en un sistema democrático que realmente lo sea, más o menos, pero lo sea en alguna medida, no es admisible que la decisión la adopten una o varias personas. No me refiero a la decisión culminando un proceso negociador de si se acepta o no el resultado, y acerca de en qué medida el acuerdo que es factible como resultado de una negociación encaja en los postulados básicos que determinan la voluntad de los que se han puesto a negociar.

No. Aludo a algo distinto, hago referencia a las facultades de los negociadores. Por situar la reflexión que hago en estas letras a la situación política de estas fechas, llamo la atención sobre el hecho de que solo uno de los partidos políticos que puede participar en la configuración de un Gobierno, el partido socialista, a través de su Comité Federal, máximo órgano entre congresos, ha explicitado algunas concreciones que deben ser tenidas en cuenta por el Secretario General y los demás participantes en cualquier eventual negociación.

Que eso es así lo pone de relieve un acontecimiento de las últimas horas: el anuncio de Iglesias de que aparta de las negociaciones a Errejón, para protagonizar el mismo la negociación directamente. Habría al respecto, sin negar que el personaje seguro que tiene muchas y buenas aptitudes para la negociación, que hacerse dos preguntas: en primer lugar ¿es que las suyas es seguro que son mejores que las de Errejón, hasta ahora valido interlocutor?, en segundo término ¿cada uno negocia lo que le parece o el mandato explícito o tácito de lo que es negociable es claro? Y me parece que ni lo uno ni lo otro. Ni Iglesias ni Errejón encarnan el mejor modelo de negociador,
el negociador por excelencia, ni percibo que haya mandato claro alguno acerca de lo que es y lo que no es negociable para Podemos. Ni que Errejón no las observase, que sería la razón justificadora de su relevo.

Ciudadanos creo que hizo alguna reunión después de las elecciones del 20 de diciembre para fijar algunos puntos respecto a las negociaciones para la investidura de un Presidente de Gobierno. Sin embargo, sus señales trasmiten que es lo que Rivera diga lo que valdrá. Y lo demás literatura.

Y otro tanto cabe decir del Partido Popular. Rajoy arbitra y define la posición de su formación política. Ya lo dijo hace unas horas el locuaz Arenas probablemente para asegurar su pervivencia: "el PP tiene el activo de Mariano Rajoy" desprendiéndose del contexto y del énfasis con que lo dijo, que es el más importante activo del PP Yo, inocente de mí, pensaba que son sus militantes, que el activo principal del PP es su militancia. Pues no. Es Rajoy, Arenas dixit.

Sin perjuicio de que es una afirmación muy poco afortunada, salvo para alagar al líder, me recuerda otra de Barreiro, que hace tándem con Arenas en la «potente» dirección del grupo senatorial del PP, cuando dijo y ha repetido que "Feijóo es el Fraga del siglo XXI". Un exceso innecesario porque no creo que complazca mucho al Presidente de la Xunta y pienso que no hubiera sido del agrado del Fundador. Y conocerlo creo que soy de lo que lo conocían. Entre otras cosas porque Fraga fue el Fundador, y porque fue definidor seguro de un ideario político. Y no es que diga, no lo hago, que para ser buen Presidente hay que ser capaz de esas cosas. Cada uno tiene sus cualidades, pero algunas afirmaciones simplonas, pues que quieren que les diga, son muy reveladoras.

Volviendo al tema y para que quede claro. Las posiciones políticas no pueden ser en la realidad vivida las ocurrencias o conveniencias de los líderes o de sus equipos de próximos. Las posiciones políticas son la razón de ser y de estar de las fuerzas políticas que lideran y del respaldo y apoyo de sus seguidores, simpatizantes y votantes. Constituyen la esencia misma de los partidos y si me apuran de la democracia y no pueden quedar a merced de nadie que no sea el órgano soberano de la formación, que entiendo debería ratificar siempre y claramente los acuerdos alcanzados por las direcciones en las negociaciones de gobierno.

Solo hay algo que está por encima de esas posiciones y debe estarlo. El interés general. La conveniencia superior para España como comunidad. Y solo a eso puede supeditarse alguna de las posiciones de partida. Y, mi impresión es que, descartadas expresiones de oportunidad, los negociadores, unos y otros, no parece que lo tengan claro. Pese a ser cristalino. En fin, que quienes negocian y lideran en el trance actual debieran tener claras las posiciones de partida y explicitarlas suficientemente. Y ceder solo en atención del interés general, que está por encima de las clases populares, de las otras, de los unos y de los demás. Porque el interés general que es el de España, que es el de todos nosotros.

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