Opinión

Lo que oculta el poder

¿Qué conversaciones ocultas con trascendencia pública es tan peligroso que se conozcan?

DESDE LUEGO no parece que quepa predicar de los poderosos de este tiempo lo que apunta Goethe en su Fausto: "Por el poder de la verdad, yo estando vivo, he conquistado el universo". Es más, da la impresión de que algunos tienen un grave problema con la verdad.

A todo el mundo le incomoda que le espíen, que se conozca su intimidad, con quien habla y de lo que habla, pero claro, más a los ejercen poder, sobre todo cuando dicen una cosa y hacen otra y están instalados en el embuste. Y eso parece que compromete con frecuencia al mundo del poder, que siempre es objeto, puede ser que por esa razón, de la curiosidad de los que escuchan por cuenta de unos y otros.

¿Qué es lo que de verdad conjeturan, urden y componen los que mandan en un momento determinado y acerca de un asunto de interés general, para que les preocupe tanto, y les alarme hasta el punto de hacer de ello una cuestión de Estado, que se pueda difundir información sobre ello?

Oí decir a algún político, un pobre diablo, muy reveladoramente, que en política mentir no es pecado. Y es algo que, más allá de la irrelevancia del sujeto proferente, siempre ha suscitado en mi cierta incomodidad ante los silencios de los poderosos, que no es tal en ocasiones, más bien suele ser silencio para los más y facundia para cabildear con los elegidos en la intimidad.

¿Qué conversaciones ocultas con trascendencia pública es tan peligroso que se conozcan? La suposición a la que nos invita la reacción airada de los espiados es que lo que se ha oído en las escuchas es gravemente contradictorio con lo que dicen cuando hablan para todos, de tal manera que revelan dos mundos con intereses no coincidentes.

Se comprende que las decisiones relevantes demandan discreción, también que las estrategias la requieren, pero siendo eso así, que se lleguen a conocer los pasos discretos y las tácticas no afectaría a la credibilidad de los protagonistas. Lo que sí hace mella en su imagen y en la confianza en ellos, es que se desvelen trapacerías, mendacidades, trampas, y cálculos miserables, que son tentaciones que en el mundo del poder están presentes siempre y a las que no todos se resisten. Otra cosa es no entender lo que es y lo que significa el poder.

Es patente que todo eso vive al margen de cualquier transparencia, y que lo que ocurre al respecto se intenta preservar del conocimiento público por todos los medios al alcance de los que deciden.

En definitiva, cabe sospechar que en ocasiones se decide por razones distintas de los motivos por los que se afirma que se ha resuelto, y que sobre esos móviles de la decisión no hay, ni parece que vaya a haber nunca transparencia; no hay que hacerse muchas ilusiones al respecto.

Y no viene mal que de vez en cuando se desvele lo que no se conoce, porque eso ayuda a juzgar con más posibilidades de acierto, y obliga a los que gobiernan a reflexionar acerca de lo que magistralmente expresa el viejo aforismo que afirma que "non videmus manicae quod in tergo est" (No podemos ver la carga que llevamos a nuestras espaldas).

Sin duda no es inconveniente que en alguna ocasión sea así, aunque lo de espiar sea feo y condenable, y sorprenda a más de uno y una en situaciones difíciles de explicar, incluso en cuestiones ajenas a lo público.

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