Opinión

La Otan

Escribo estas líneas cuando los ecos de la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, en Ingles la NATO, la más importante en seguridad y defensa, aun resuenan.

Los que hemos vivido el largo proceso que ha conducido a España a integrarse en ella, no hemos superado todavía, no es posible sin más, nuestra perplejidad acerca de lo sucedido.

Allá por los años 80 del pasado siglo, cuando era joven este escribidor, concretamente el 12 de marzo de 1986, se celebró un referéndum acerca de la permanencia de nuestro país en la Otan, a la que nos habíamos incorporado el 30 de mayo de 1982. 

El grito de la izquierda del que hasta ese momento no se había separado el Partido Socialista, era claro y elocuente: Otan no, bases fuera, y se percibía bastante dominante, al menos por el ruido con el que lo emitían, los que lo proferían de uno u otro modo de palabra y por escrito.

Pues ha resultado, que 40 años después, no solo permanecemos en la Otan y nos hemos integrado además en su estructura militar —el referéndum fue favorable a la permanencia sí, pero sin integrarnos en ella— sino que somos uno de los miembros que, como miembro, destaca por su fervor.

Y como colofón, el Gobierno, mejor dicho, la parte socialista del mismo, ha convenido con Washington aumentar la presencia naval norteamericana en la Base de Rota con la incorporación a la Fuerza Naval estadounidense fondeada en ella, de dos destructores más. ¡Vivir para ver! ¿Quién lo iba a decir? Una vez más se pone de manifiesto que, cuando acaba la retórica, sobre todo la que la ideología inspira, se impone la lógica de la realidad, gobierne quien gobierne. Si alguien tiene dudas que vea el video de la inefable respuesta, reiterada con estólida actitud por la ministra de igualdad Irene Montero, que preguntada por su postura acerca de los hechos de la frontera de Melilla, repetía con constancia similar a la de un papagayo, que ella siempre estaba a disposición de los medios para contestar, en tanto se abstenía de hacerlo acerca de la cuestión que le era reiterada.

Es evidente, y los hechos, que en la historia son contumaces, así lo confirman, que es mejor estar en la Otan que fuera de ella, Y en mi opinión, si se está en ella, es preferible y lógico estar integrado en su estructura militar. Entiendo por cierto, que ese hecho, la integración en la estructura militar de la Alianza, ha entrañado, entre otras cosas, que oficiales de nuestras Fuerzas Armadas hayan ostentado el mando de unidades multinacionales, y que nuestros soldados hayan compartido con los de otros países misiones y ejercicios, lo que, sin duda, ha sido muy positivo para mejorar el nivel, formación y capacidad de nuestros Ejércitos y nuestra Armada.

Acaso, la cumbre de la Alianza que ha tenido lugar en Madrid sea el primer paso para que Europa, los países europeos, tomen un mayor protagonismo en la definición del futuro de la Otan, lo que supondría que el designio norteamericano, que hay que ser sinceros y realistas, la dirige e inspira, modere su intensidad. No sé si es solo el deseo de un observador que es europeo, pero en todo caso creo que es un buen deseo.

Realmente, con la caída del muro de Berlín y el colapso de los regímenes soviéticos y de la misma U.R.S.S., lo que supuso la extinción del Pacto de Varsovia, pareciera que la razón de ser de la Otan se había diluido. La realidad, como decía al principio, ha acreditado que no era así. Sin embargo, la identificación del adversario o adversarios potenciales no es tan sencilla, y es este un momento muy delicado en lo que respecta a nuevas incorporaciones a la organización. 

La alianza militar en la que participan Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia significa que hay política militar y de defensa, que podría afectar a los denominados aliados occidentales, que se desarrolla al margen de la Otan, y eso Europa debería tenerlo presente precisamente en el ámbito de la Organización.

En fin, los que vivimos los años ochenta del siglo XX, percibimos ahora una realidad que se acepta parece que mayoritariamente en términos que no parecían posibles hace cuarenta años. Como todo en la vida, puede que sea mejor esta realidad que la de antaño. Pero en todo caso es la realidad de hoy, y la historia de mañana, que es lo único que importa.

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