Opinión

El libro de Borrell

JOSEP BORRELL, exministro de Obras Públicas, ex secretario de estado de Hacienda, ex presidente del Parlamento Europeo, exdiputado por Barcelona y catedrático de Economía acaba de presentar un libro del que es coautor, con el en estos momentos sugerente título de ‘Las cuentas y los cuentos de Catalunya’, ahora oportuno, aunque lo habría sido mucho más si hubiera visto la luz hace algunos meses.

En una entrevista con tal motivo, afirmó en la Cadena Ser, que en torno a la cuestión que aborda el texto recién publicado, «ha habido un silencio culpable y temeroso», lo que es cierto, aunque lo es más que en él, en mi opinión, han incurrido muchos, por desidia, por oportunismo, por comodidad, por ignorancia o por omisión.

Sostuvo Borrell, hombre sagaz y lucido ciertamente, aunque su andadura como candidato socialista a la Presidencia del Gobierno elegido en primarias por la militancia de su formación política se truncara con cierta sensación de que le faltaban fondo y fuste, afirmó en la aludida entrevista que el libro podía ser ilustrativo para quienes encararan su lectura desde la razón, aunque adelantaba que no sería de utilidad alguna para quienes lo hicieran desde las emociones. Con ironía manifestó al respecto que hay que reconocer que si la cuestión catalana se aborda, como había escuchado al señor Junqueras, líder de Esquerra Republicana y componente del ‘consulado’ que lidera el soberanismo junto al señor Mas, como una cuestión de dignidad, ciertamente las razones valen para poco, y afirmando que cada cual «administra su dignidad como cree oportuno», vino a sostener que el tema, así se desprendía de su reflexión, no es cuestión de dignidad.

Dijo también que "Artur Mas y el resto de partidos soberanistas han contado a los ciudadanos una fábula de tamaño descomunal".

Dijo también que «Artur Mas y el resto de partidos soberanistas han contado a los ciudadanos una fábula de tamaño descomunal». Aludiendo a uno de los mantras de la intoxicación separatista, precisó que lo que se ha venido sosteniendo por ellos acerca de que en la República Federal alemana existe un límite del 4% a la solidaridad con el que contribuye cada uno de los länder o regiones que componen ese estado federal, algo tan concreto y fácil de verificar, que los catalanes se han creído, no es cierto, como lo certifica el escrito de la Embajada germana en Madrid que figura en la publicación. Manifestó también, que la independencia sin costes es un cuento de hadas: Ejército, Servicio Exterior, Tribunales, control del tráfico aéreo, ejemplificó tendría que pagarlos cualquier estado independiente. Añado yo, que nadie se va a creer algún despropósito como el que se ha barajado como pintoresca idea, como el de encargar a las fuerzas armadas francesas la defensa de Cataluña. Y mucho, mucho más.

Borrell, con el conocimiento que le proporciona el haber sido no solo eurodiputado sino presidente de la Eurocámara, se detuvo en una cuestión ya muy debatida. La posible salida de la Unión Europea de Cataluña como nuevo estado, y al respecto recordó que «el Consejo de las Regiones de la Unión acaba de decir esta primavera que si una Región se independiza tiene que ponerse a la cola, y conseguir el ingreso por unanimidad de los socios de la Unión». Nadie que no sea presa -y víctima- de sus emociones lo duda, pero bueno es que se recuerde una vez más.

En fin, un buen libro, y una actitud gallarda y valiente de un catalán que sin complejos dice lo que piensa y expresa el por qué de lo que sostiene.

Se apela por quienes se ponen de perfil, ahora y durante mucho tiempo, que ha faltado dialogo, recurriendo una y otra vez a difusas denuncias de falta de consideración a la lengua, la cultura y la identidad de Cataluña.

Como creo que es tiempo de enriquecer el debate, añado una reflexión más. ¿Es que no se ha desarrollado en los lustros de vigencia de la Constitución la prescripción del nº 3 de su art. 3 que proclama que «La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección»? ¿Alguien puede sostener en serio que en estos 36 años los poderes públicos no han respetado y protegido o si quieren fortalecido más el catalán, el vascuence o el gallego?

Muchos que así se manifiestan bendicen y alaban las inmersiones lingüísticas que se han impuesto conjugando el verbo imponer, y negando la libertad y un derecho fundamental, ínsito a la ciudadanía a poder optar a ser escolarizado en la lengua materna si lo es de la Comunidad política a la que se pertenece Y por cierto. Nadie las recurrió. Aunque, algunos lo dijimos, debieron impugnarse en los términos en que se concretan. ¿Qué será la protección y el respeto? ¿Y para quién?

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