Opinión

Diferencias en los aplausos

Cada uno tiene su estilo, cada país su régimen político, y también cada sociedad hábitos y costumbres políticas que se extienden a todos los ámbitos de la cosa pública.

Tanto Pedro Sánchez entre nosotros, como Giuseppe Conte, el presidente del Consejo de Ministros en la vecina República italiana, han sido recibidos con aplausos por los miembros del Parlamento, pero hay diferencias que constatar, en los aplausos, en los gestos, en lo que dijeron y en cómo lo dijeron.

Ha dicho Giuseppe Conte cosas que aquí no hemos oído respecto a la Unión Europea, y no se ha apropiado de nada

Italia recibirá 209.000 millones de euros frente a los 140.000 de España. Pero eso tiene sus razones y no es lo que aquí quiero destacar. Lo que me interesa es poner de relieve la actitud de Conte, que según reflejan los medios se ha mostrado modesto en su discurso. También que ha afirmado que gestionar este fondo será "un trabajo colectivo" en el que se implicará al Parlamento y ha hecho un llamamiento a la ciudadanía al decir que "debemos esforzarnos también para aumentar la confianza en las instituciones italianas y en la UE", y por fin ha felicitado a la Unión Europea por estar "a la altura" y cambiar su visión "valientemente" tras años de austeridad.

No sé por qué, pero me ha resultado grata la postura de este dirigente, un personaje que no dirige en Italia ninguna fuerza política, un jefe de Gobierno que accedió a esa magistratura como candidato de compromiso, un político en fin que no pretendió antes, ni muestra ahora, tener pretensión mesiánica alguna, como ha sucedido con alguno de nuestros líderes y parece que es tentación irresistible para el actual inquilino del Palacio de la Moncloa. Y la actitud y sobre todo la palabrería de Pedro Sánchez pues no me han gustado.

Ha dicho Conte cosas que aquí no hemos oído respecto a la Unión Europea, y no se ha apropiado de nada; en realidad, hay que decirlo porque ninguno de los miembros del Consejo Europeo puede razonablemente hacerlo. Todos han contribuido, ha habido papeles mejor y peor interpretados, sí, pero el resultado es de todos, y lo importante es que se ha dado un paso muy importante en la buena dirección, para los países miembros y para Europa.

Entre nuestras malas costumbres políticas está, en lo que parece una cláusula de estilo, la exaltación hasta el ridículo del líder en ejercicio, sea del Gobierno, de los partidos, de los ayuntamientos o de las comunidades autónomas. Los presentan, lo sean o no, como extraordinarios en todo, casi como taumaturgos. Y claro, no lo son. González o Aznar, que nunca se equivocaban para la grey aduladora, en nada, nunca, en sus tiempos en el poder, ahora resulta que dicen tonterías, y eso no lo afirman los otros, sino los suyos.

O sea, que los líderes máximos recuperan la condición humana cuando se ven despojados del poder por la razón que sea. No es mala cosa.

Francamente, los aplausos —sonaban espontáneos— que brindaron a Conte en la Cámara italiana esta semana, no los percibí iguales que los que aquí en tantas ocasiones se tributan a los que mandan, a los que incluso me ha resultado en alguna ocasión tremendamente incomodo no sumarme por el fervor exigente de los aplaudidores, que hay que decirlo no eran solo los de su sequito. Las palmas a Pedro Sánchez de estos mismos días me parecieron más de las que exaltan que de las que reconocen y agradecen. Debe ser ya la mala costumbre la que impide a los palmeros oficiosos dedicar un buen aplauso.

En el país itálico afortunadamente no se han impuesto estilos Berlusconi. Seguro que allí también se practica la adulación, pero al menos, a las palabras que antes consigno me remito, parece que se disimula mejor. Hasta en los aplausos.

Comentarios