Opinión

Lo delictivo no puede ser objeto de respeto

EN LA sesión parlamentaria que tuvo lugar el pasado jueves, y en el curso de la comparecencia del presidente del Gobierno para informar sobre las escuchas a líderes del independentismo catalán por parte del Centro Nacional de Inteligencia, don Pedro Sánchez, refiriéndose a lo dicho por la diputada de la Cup Mireia Vehí, que finalizó su intervención preguntándole: "¿por cuantos derechos se cambia la unidad de España?" y afirmando en catalán: "ho tornarem a fer" —lo volveremos a hacer—, dijo que "yo lo respeto", justificando ese respeto en que en democracia debe respetarse lo que cada uno de los actores del espacio político dice.

Y es cierto que la tolerancia y la actitud democratica demandan escuchar todo, aunque desagrade, pues eso es, además, la consecuencia de la libertad de expresión de quienes participan en un debate, pero con un limite, el que supone que la conducta que se anuncie por uno de los intervinientes pueda ser constitutiva de delito. 

Es muy grave lo dicho por el señor Sanchez, que supera la ligereza y el oportunismo. Un dirigente, aunque sea el jefe del Gobierno, y aunque le convenga decirlo para acreditar que es el más tolerante, entraña una grave irresponsabilidad porque cuando se exalta el delito, afecta a la actitud que de tan alta magistratura cabe esperar, nada menos que en sede parlamentaria. Siempre hay una linea que no se puede sobrepasar, también en los debates políticos. 

Cabe preguntarse ¿que es lo que respeta el Sr. Sánchez? Pues que una independentista en el debate parlamentario diga que volveran a alzarse para quebrar el orden constitucional, y no hay duda, que ella lo diga es imposible de evitar, pero que el presidente del Gobierno lo respete, por entender que hay que respetar la jerga delictiva, eso es sencillamente inaceptable y reprobable, en su caso y en el de quien dirigía el debate, que debio intervenir ante el anuncio, por retórico que fuera, de la voluntad de delinquir.

La proposición de delinquir es constitutiva de delito en el caso de la rebelión y en el de la sedición, por lo que la inviolabilidad que proteje a un diputado en la tribuna le exonera de responsabilidad, pero a su vez demanda la intervención correctora de quien preside la sesón.

Por cierto, no se aprecia en esta ya insólita legislatura, —más de tres lustros en el escaño y de ellos ocho años presidiendo sesiones parlamentarias suponen creo algun criterio al respecto— que los respetos sean para todos los mismos. Si un parlamentario de Vox dice que no le gusta la organización territorial y la descentralización política actual es a juicio de los ‘respetuosos’ un enemigo de la Constitución, lo hemos oído, y si una independentista afirma que volverán a dar un golpe institucional, hay que respetarlo. Pues apaga y vamonos que diria el castizo.

No hay vueltas que darle al asunto, pues en esto los limites estan donde estan, aunque la que hable sea diputada de la Cup, y el respetuoso sea nada menos que el jefe del Gobierno, en el Parlamento y con luz y taquigrafos. 

Lo único a lo que a mi juicio conducen hechos como los comentados, es a desear que el statu quo actual concluya pronto. Por el bien de nuestra sociedad.

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