Opinión

Decidir hoy

NUESTRA VIDA, el hecho de vivir, esta jalonado por una sucesión de decisiones. Constituyen estas la más notable manifestación de nuestro albedrío. Una decisión es la firmeza, seguridad o determinación con la que hacemos algo. Y claro, esperamos o confiamos en acertar; en otro caso, ni decidiríamos algo, ni lo llevaríamos a efecto.

La cuestión es que hoy los medios de la sociedad de la información son inclementes con nuestros errores. Lo que hemos dicho, sobre todo si es relevante y nos concierne hacerlo en méritos de alguna responsabilidad, se enfrenta a lo que decidimos ayer, a lo que dijimos, a las convicciones que explicitamos para adoptar una decisión anterior. Y además, nuestros errores, si nos equivocamos, se ponen de relieve descarnadamente.

El error de un árbitro en un partido de fútbol es un riesgo que este asume al decidir. Si señala un penalti y la falta se comete al borde del área, es algo que no hace mucho se reflejaba en las fotografías, pero no siempre. Hoy el vídeo, los vídeos, grabados desde todos los planos, pondrán de manifiesto el error, y por tanto el desacierto de la decisión arbitral. Puede que las consecuencias no sean relevantes, pero quien erró resultará mortificado por su equivocación.

Las afirmaciones enfáticas —pienso ahora en Tania Sánchez asegurando no hace mucho que no entraría en Podemos—, se difunden una y otra vez para poner de relieve que o bien su decisión no era tan firme o que la reconsideró en horas 24.

Decidir hoy es algo tan complejo como ayer, y como ayer es algo a lo que no nos podemos sustraer. Pero el día después no es igual. Cada vez resulta más actual aquello de que somos dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras.

Sin embargo, quienes tienen ocasión, oportunidad o motivo de pronunciarse sobre algo, en particular los personajes públicos, son víctimas aparentes de una incontenible verborrea. No miden las consecuencias, pero frecuentemente resultan víctimas de ella.

Es tiempo de tener en cuenta que cuando decidimos lo hacemos expuestos al mundo, a la curiosidad, a la contradicción, a un gran riesgo. Y por eso es aconsejable que lo hagamos con mayor cuidado. Aunque parezca que es como siempre fue, el riesgo hoy es mayor.

*Artículo publicado el sábado 18 de julio de 2015 en la edición impresa

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