Opinión

Agravio

Los que reclaman dignidad, deben respetar la dignidad. Solo así mejoraremos la convivencia

LAS DECISIONES de los Plenos de los Ayuntamientos de Ferrol y La Coruña de anular los respectivos nombramientos de Manuel Fraga Iribarne como hijo adoptivo de dichas ciudades es una ignominia, o sea, según el diccionario de la Rae, una afrenta pública.

Son un agravio y una ofensa a la memoria de quien durante tres lustros fue, por voluntad de los gallegos presidente de la Xunta de Galicia, y además una ofensa gratuita, porque, aunque como escribió Calderón de la Barca "la intención hace el agravio", y la intención ha sido la que ha sido y ha sido explicitada, digo que es gratuita pues los seres humanos y sus derechos se extinguen con la muerte. Después del tránsito de las personas, lo que fueron o no fueron se congela, queda fijado para siempre. Y si a nadie se puede privar en vida de un derecho sin oírle, es obvio que a quien ya no vive, al no poder darle audiencia, no se le puede en modo alguno desposeer de nada que se le hubiera reconocido. Entiendo además que la legitimidad de los consistorios para reconsiderar actos del pasado, es más bien limitada, si no nula, política, histórica y sociológicamente. Dejo de lado el aspecto jurídico, porque en tiempos de creencia en la razón sin límites de la mayoría, cuando conviene, es ocioso hacerlo.

En cualquier caso, las decisiones que comento, son desde luego actos que tienen como destinatarios también a cuantos, con todo el derecho y a mi juicio muy justificadamente, sentimos admiración y gratitud, además de afecto, por la figura de Fraga, y en consecuencia consideramos beligerante contra nosotros el ataque a la memoria y a la obra de quien fue, sin duda, uno de los gallegos más relevantes del siglo XX, ocupando un lugar significado en nuestra historia. Decir por fin que figura en el listado de personajes históricos de la Real Academia de la Historia como Catedrático de Derecho Político, diplomático, ministro y político.

Como ha escrito el médico y psicólogo norteamericano Brian Weiss, "la violencia no es únicamente provocar daños físicos a los demás. Algunas formas de violencia pueden ser más devastadoras que la física. Puede ser algo muy sutil. Distinguir entre ‘ellos’ y nosotros es un acto de violencia. Centrarse en las diferencias entre la gente, en lugar de considerar lo que tenemos en común, tarde o temprano lleva inevitablemente a la violencia". En este punto el personaje citado está muy acertado.

La manida ‘memoria histórica’ no puede servir de justificación para agraviar a placer.

No se puede estar por la mañana homenajeando a personajes de la República recuperando dicen la memoria de aquel régimen y vituperando por la tarde a quien ganó, con su honestidad, su bonhomía y su dedicación al servicio público, un lugar destacado en la memoria pública de los españoles.

En el sepulcro de Fraga luce con justicia y como epitafio la expresión "bo y xeneroso". Lo quiso ser y lo fue. Soy testigo de ello.

Creo que muchos, muchos más estoy seguro que los que han pretendido agraviar su memoria, la honraremos en los términos que requiera el éxito de la empresa y con la constancia que precise, de tal manera, que los mencionados acuerdos no pasaran de ser una anécdota irrelevante por más que haya sido otro el objetivo perseguido por los representantes municipales de Coruña y Ferrol, que con sus actos, más propiamente, con sus desahogos, han puesto de relieve su visión sesgada y miope de lo que ya es historia, que nada tiene que ver por cierto, en mi apreciación, con la dignidad que suelen invocar como justificación de muchas reivindicaciones.

Los que reclaman dignidad, deben respetar la dignidad. Solo así mejoraremos la convivencia.

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