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Un relato para Galicia

El Foro Económico constata una sólida recuperación y vislumbra un futuro de claroscuros

UN NECESARIO relato para el fin de una crisis, que sirve además de bitácora para avanzar por una ruta desconocida, la que marcarán los próximos años. El Foro Económico de Galicia, un laboratorio de conocimiento que convoca a académicos y empresarios, ha hecho su particular tormenta de ideas y la plasma en un nuevo trabajo, presentado esta misma semana en un acto presidido por Alberto Núñez Feijóo, algo inédito.

El "premier" gallego suele atender, y también responder cuando toca encajar la crítica, a los planteamientos del foro. En esta ocasión, cierta comunión de ideas, sobre todo en cuanto a la solidez de la recuperación y sus tiempos. Los matices de la divergencia suelen asomar al analizar los retos y las urgencias, más allá del diagnóstico de las debilidades. Por primera vez desde que comenzó la crisis económica, el PIB gallego encadena dos trimestres consecutivos con tasas de variación interanual superiores a las del conjunto del Estado.

Para los analistas del Foro Económico, en el último trimestre la economía gallega parece haber tocado techo. Preocupan, en este sentido, la caída de la población activa, la temporalidad y las tasas de paro de larga duración. La crisis ha representado una etapa de especial dificultad que a la vez ha demostrado, por ejemplo, que existen numerosas empresas, muchas de ellas familiares, que "son altamente competitivas en el mercado internacional".


La receta es, pues, combinada, como un cóctel de fármacos contra la crisis demográfica, "un intolerable declive que amenaza el futuro de Galicia"


El laboratorio de ideas pone en valor ese rasgo, que suele pasar desapercibido. Sin embargo, para afrontar el futuro de la economía gallega con mayor viabilidad del sistema son cuatro los vectores, a juicio de algunos de los autores, sobre los que hay que actuar: el desafío demográfico, la fragmentación de la tierra, el apoyo eficiente a las nuevas iniciativas empresariales y la atracción de inversión exterior. Para empezar, la atomización del tejido empresarial. Galicia representa el 5,2% del PIB de España pero, en cambio, cuenta con el 6,2% de las micropymes y solo el 4% de las grandes empresas.

Los recursos destinados a I+D son una proyección de esta dinámica. La inversión gallega en I+D se sitúa en el 0,8% del PIB, lejos del 1,2% del conjunto de España, cifra ya de por sí inferior a la de las economías más desarrolladas, relata el anuario. Pero lo peor de todo es que el 47% de la inversión en I+D está localizada en el ámbito público y universitario. Todo son carencias por el lado empresarial. Y puestos a avanzar por la senda de las amenazas, los analistas que coordinan los catedráticos Fernando González Laxe y Santiago Lago Peñas presentan la demografía como el tablero donde Galicia se juega su futuro.

Si alguien sale hoy a la calle en Galicia, la franja de población más frecuente que se encontrará oscila entre los 34 y los 54 años. En 2031, la horquilla estará entre los 48 y los 73. Y habrá más personas de 88 años que niños de cinco. "Debemos garantizar que los deseos de las parejas gallegas en lo que respecta a la natalidad puedan concretarse, pero para eso necesitamos mejorar la calidad el empleo, especialmente en lo que se refiere a la estabilidad y la conciliación, y descargar de impuestos a las unidades familiares frente a los contribuyentes sin hijos a su cargo".

La receta es, pues, combinada, como un cóctel de fármacos contra la crisis demográfica, "un intolerable declive que amenaza el futuro de Galicia como colectividad y condena al país a la irrelevancia", dicen los autores. Irrelevante también resulta la inversión que la economía gallega recibe del exterior. Un dato lo resume todo: en los últimos 25 años, apenas el 1% de todo lo que se invirtió desde el exterior en España llegó a Galicia. Una sugerencia del foro: aprovechar ese "enorme activo que es la red de gallegos en el exterior, pero hay que hacerlo con mucho rigor y eficacia". Anticipando resultados de venideros diagnósticos, los analistas apuntan a una realidad inquietante: Galicia no ofrece un mix atractivo de costes, tamaño de mercado, accesibilidad, sistema de I+D+i, tributación y burocracia. Como guinda, un claroscuro.

A este ritmo de crecimiento, Galicia podrá acercarse durante este año a los niveles de renta agregada previos a la crisis. También el empleo mejora, y es constatable más por su cantidad que por su calidad, pero en este caso habrá que aguardar al cambio de década para retornar a tasas de paro de un dígito, por debajo del 10%, incluso si el alza del PIB se mantiene por encima del 2%.

Es un relato del fin de la crisis. Una aportación de agradecer, y un sextante cargado de sentido común que marca un rumbo en ese mar revuelto en el que se ha convertido el inicio de la recuperación, plagado de desequilibrios que separan cada vez más.

El Popular, una subasta más que cantada
Todos los pasos se han precipitado. Las dos alternativas que manejaba Emilio Saracho cuando hace unos meses aterrizó en el Popular se reducen a una. La vía de la ampliación de capital queda prácticamente desterrada, con una pérdida de credibilidad que pasa factura. Y todo ello pese a una cotización por los suelos, como está, que podría ayudar a salvar esa operación. Frente a todo ello, la vía rápida, la de una subasta descafeinada, pero subasta al fin y al cabo.

Ahora queda la especulación sobre el posible comprador, con mil incógnitas y pocos pero selectos pretendientes. Llama la atención que la propuesta de Bankia llegue de la mano del ministro de Economía y no de su presidente. Para algo es de capital público. Todavía. La muestra de interés anunciada por Luis de Guindos solo puede responder a un órdago para animar el cotarro. ¿Qué hace el Estado con más bancos en crisis? Solo quedan Santander, BBVA y Caixabank, que tienen estómago y capacidad para digerir todos los problemas del Popular, relacionados básicamente con el ladrillo. Pero lo que más llama la atención de la crisis y subasta del Popular es que sus nuevos gestores, con Emilio Saracho al frente, han reconocido hace nada que todavía no tienen el dato de las prosivisones que necesita el banco; es decir, su agujero.

¿Se puede subastar una entidad sin saber, al menos oficialmente, a cuánto asciende su quebranto? Parece que sí. Ahora se entiende que Saracho optase por mantenerse en el consejo de administración de Inditex cuando asumió el cargo en el Popular. Algo nada habitual en el sector. En el fondo, no venía a presidir un banco, sino una subasta.

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