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Un profesor en la patronal

ALGO MÁS que una cara nueva es lo que necesita la patronal gallega. Por mucho plan que el flamante presidente traiga debajo del brazo. Al margen de evidenciar una fuerte división, que se ha constatado hasta el último momento y por una justísima diferencia de diez votos, la elección de Dieter Moure como nuevo lí- der de los empresarios gallegos nos traslada en el tiempo, concretamente hasta julio de 2013. Esa fue la fecha en que llegó al cargo su antecesor, José Manuel Fernández Alvariño. Porque, desgraciadamente para los empresarios gallegos, los dos años largos que separan una y otra convocatoria electoral han sido única y exclusivamente tiempo perdido. Un mal sueño.

Ahora, Dieter Moure tendrá que cumplir su programa, que más que en retos consistía en mucho sentido común y unas higié- nicas dosis de transparencia. Y lo hará bajo la atenta mirada de su gran valedor en la sombra, el presidente de la patronal coruñesa, Antonio Fontenla, a la sazón uno de los vicepresidentes de la gallega. Un dato avala lo sorpresivo de la victoria del talludo profesor y responsable de la asociación de las empresas de formación de Ourense. Es la primera vez que accede a la presidencia de la patronal un nombre que no encabeza cartel alguno en las patronales provinciales.

Lo ajustadísimo del resultado, el apoyo de las asociaciones sectoriales, que emergerán con fuerza en esta nueva etapa, y el escrutinio constante desde A Coruña marcarán la gestión de Dieter Moure, que tendrá que convivir, entre otros, con su hasta ahora rival, José Manuel Pérez Canal, el candidato que contaba, a priori, con mayores apoyos, entre ellos los de Lugo y Pontevedra, y el discreto visto bueno de San Caetano.

Lo cierto es que son demasiados los frentes que dejó abiertos Fernández Alvariño. Tantos, como las heridas sin cerrar que tendrá que suturar Dieter Moure. Y dos son los obligados y urgentes círculos que deberá cerrar casi a al mismo tiempo. El primero, la recuperación de la credibilidad y el prestigio perdidos durante los últimos años por la Confederación de Empresarios de Galicia. No tiene explicación lógica, por ejemplo, que ni siquiera en foros recientemente impulsados por la propia Xunta esté representada la patronal. Un caso sangrante es eldel comité asesor del Plan Estratéxico 2015- 2020, integrado por una docena de eruditos. Entre ellos, ocho empresarios y ejecutivos, ninguno procedente de la patronal.

En estos años convulsos dentro y fuera de la confederación de empresarios, muchos grandes grupos se han visto representados con mucho más compromiso y efectividad por otras organizaciones. Es el caso, por ejemplo, de la Asociación Gallega de la Empresa Familiar, que aglutina a más de cincuenta compañías históricas. Otro caso es el de la Asociación para el Progreso de la Dirección-Noroeste, muy activa como punto de encuentro entre ejecutivos gallegos. Desde la patronal siempre se ha hablado de la defensa del pequeño empresario, pocas veces del mediano y nunca del grande. Tiene una explicación. Hace años que los grupos con más dimensión han dado la espalda a la CEG y a sus problemas.

Otro círculo por cerrar, esta vez interno, es el de las cuentas. Dieter Moure prometió un plan de saneamiento durante la campaña. Habló de renegociar hipotecas y ajustar plantilla, reordenando funciones. Dos años con los presupuestos sin aprobar lo dicen todo de la parálisis de la organización. Pero hay más. En su día, las propias reclamaciones de la Xunta, por entender no justificados determinados gastos de la red de internacionalización Pexga, dieron la vuelta a las cuentas de la patronal y dejaron su patrimonio neto en negativo en casi medio millón de euros. Quiebra técnica. La situación financiera interna a día de hoy es una incógnita. Lo que sí ha trascendido es que los bancos ya no están por la labor de financiar gastos corrientes, de conceder más líneas de crédito para pagar nóminas, en resumen.

Quizá a Dieter Moure le baste ahora con pacificar la organización para salir a flote, trabajar en silencio los primeros meses y hacer olvidar a su antecesor. Algo similar a lo que hizo en su día Joan Rosell cuando aterrizó en la CEOE. Al catalán le ayudó que Díaz Ferrán, su predecesor, acabase a la sombra en Soto del Real.

Para que la ecuación pueda despejarse definitivamente, y que la patronal por tanto recupere prestigio y peso y logre a la vez sanear sus cuentas, hace falta incorporar un elemento sustantivo. Y no es otro que la unidad. Lo más difícil ahora si atendemos a los resultados de estas elecciones. La patronal gallega vuelve a resolver su crisis partida en dos. Veremos por cuánto tiempo.

Los tractores se van, los abusos se quedan
Afortunadamente, el sentido común no ha sido en esta ocasión el menos común de los sentidos para los cientos de ganaderos que rodearon durante más de un mes la Muralla de Lugo. Amenazas veladas aparte, que las ha habido, es la responsabilidad de los manifestantes lo que prevalece, y pone fin a una protesta que debemos analizar, tanto desde el punto de vista formal como temporal. Ha ganado la convivencia.

Empezando por el final, si tenemos en cuenta dos variables como son que en estepaís existe actualmente un Gobierno en funciones cuyo horizonte tiende al infinito, y a la vez es en Madrid donde realmente se pueden resolver los problemas del sector, resulta sencillo concluir que, para ser prácticos, no tenía mucho sentido continuar con las protestas. Vendrán nuevos ministros de Agricultua. O no, que diría Rajoy.

Tiempo habrá de volver a hacerse notar para los ganaderos gallegos, porque esta vez los tractores se van, dejan las calles y La Muralla, pero continúa exactamente igualla precaria situación de los bajos precios en origen, que apenas han subido.

Algo más de tres meses después de haberse firmado el tan prometedor acuerdo lácteo, da la sensación de que industrias, agricultores y grandes superficies estamparon entonces su firma sobre una barra de hielo, que la brisa de un otoño suave se ha encargado de derretir en el momento preciso, con las elecciones generales.

Nada ha cambiado en el campo gallego en este tiempo. Mientras, los compromisos de alguna gran superficie, en forma de aumento de precios, se quedan en los lineales. En lo que cobran y no en lo que pagan.

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