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Sospechosos habituales

LA SALA de la Audiencia Nacional donde se juzga a los cinco exdirectivos de las cajas gallegas que se llevaron los 18,9 millones de euros en indemnizaciones y prejubilaciones con la entidad resultante de la fusión ya quebrada parece una cápsula del tiempo. Para los que observamos con asombro el arranque del juicio y seguro que también para los propios encausados, molestos e indolentes ante la mínima pregunta incómoda o reiterativa.Porque la vehemencia con la que han respondido los Pego, Fernández Gayoso, Goyo Gorriarán, Rodríguez Estrada y García de Paredes a las preguntas de las fiscales es propia del trato que en otro tiempo podría recibir una secretaria en labores de sustitución, primeriza, casi una recién llegada a la caja, por parte de quienes siempre han estado acostumbrados a que les dieran la razón, aunque no la tuvieran. Esa altanería de los acusados forma parte de un relato colectivo, resulta casi un común denominador, al aprovechar además alguna que otra torpeza por parte de las fiscales anticorrupción. Todo ello lleva a una primera impresión, que puede resultar engañosa. La de que, visto lo visto hasta ahora, los exdirectivos de las cajas se van a ir de rositas al final del juicio.

Y esa percepción resulta engañosa por un motivo. Esto no ha hecho más que empezar. Son casi medio centenar de testigos los que pasarán por la sala en las próximas semanas. Y entre ellos se encuentran dos responsables del Banco de España, miembros del consejo de administración de la que se dio en llamar en su día Novacaixagalicia, el expresidente del banco resultante, José María Castellano, y su segundo, César González Bueno. También reprensentantes de la Xunta en las comisiones de las cajas. Algo de verdad y de luz saldrá de todas esas declaraciones.

Más allá de las indemnizaciones, la gestión de los directivos de las cajas acabará ante el juez

Hasta ahora, el argumento de los acusados marca, con algunos matices, una redundante y machacona teoría: el Banco de España y el consejo de administración conocían y estaban al tanto de los contratos y las modificaciones introducidas, que tenían además amparo legal. Otra cosa bien distintas eran las cuantías de las millonarias indenmizaciones. Hasta un exvicepresidente de Novacaixagalicia, como Salvador Fernández Moreda, en su declaración, asegura sin rubor que se enteró por la prensa, y el abogado que se sienta en el banquillo también dice desconocer los importes.

Debemos tener algo claro. Se está juzgando la legalidad de esas indenmizaciones. Y, en concreto, las mejoras de última hora introducidas en esos contratos de alta dirección, que datan de mucho tiempo atrás, de los buenos tiempos de las cajas. También los importes. Conviene detenerse en esto para no llevarnos chascos al final del proceso, porque puede haberlos. Y, aunque a ojos del presidente de la sala resulte extemporánea la contextualización de esos cobros, conviene revisar el pasado reciente. Porque algo está claro a estas alturas: la historia nunca absolverá a los Pego, Fernández Gayoso, Gorriarán, Rodríguez Estrada y García de Paredes de marras.

Un rápido repaso a la cronología del fiasco de las cajas resulta de lo más revelador. La fusión de Caixa Galicia y Caixanova, con 1.162 millones de dinero público, se acuerda en mayo de 2010, y se rubrica en noviembre. Un mes antes, en octubre, Gayoso, el presidente, decide modificar los contratos de sus subordinados. Cinco meses después, en marzo de 2011, la bancarización toma cuerpo con una segunda inyección pública de 2.622 millones. En septiembre, cuando el Banco de España ya tenía sobre la mesa los informes que valoraban el patrimonio de Novaxaixagalicia en unos ridículos 188 millones, Gayoso firma las correspondientes liquidaciones de los directivos. Y a correr.

Y para rizar el rizo de la imprescindible contextualización, conviene tener en cuenta que los que se sientan en el banquillo ahora por un asunto muy concreto fueron los mismos que aprobaron en su día la comercialización masiva de preferentes. Por ejemplo. También los que volverán algún día a la Audiencia Nacional para responder por por esa docena de operaciones irregulares que han denunciado el FROB y el Banco de España ante la Fiscalía Anticorrupción, por desmanes que superan los 800 millones relacionados con los mismos delirios inmobiliarios que llevaron a la quiebra a las cajas gallegas. Todos ellos son ya sospechosos habituales. Y como en la laureada película de Bryan Singer, sobre los cinco protagonistas siempre se proyectará la sombra de un siniestro y particular Keyser Sozé (Kevin Spacey en el film), que en la triste historia de las cajas encarna José Luis Méndez, el financiero que envolvió su fracaso en un buen finiquito. Y lo hizo a tiempo.

La Sareb y el chasco de las viviendas vacías

MERITORIO, sin duda, pero se puede quedar en el tintero de la gestualidad. Tanto para una Xunta que llega un poco tarde como para unas Mareas, en A Coruña y Santiago, que tienen que sacudirse cierta bisoñez, por no decir toda. La cuestión reside en que tanto desde San Caetano como desde Raxoi o María Pita falta tiempo para anunciar, dentro de un plan para movilizar pisos vacíos, que la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb) será ahora el objetivo de sus desvelos para fomentar viviendas sociales. Núñez Feijóo, por un lado, se pone serio y demanda un censo de viviendas al «banco malo». Las mareas, por otro, plantean una penalización, un recargo de un 50% en el IBI de las viviendas vacías de la Sareb.

¿Y qué es lo que tiene la dichosa sociedad en Galicia? Pues muy poca cosa, la verdad. Sobre todo, bolsas de suelo traspasadas por las propias entidades, así como crédito promotor fallido. También alguna promoción, y hasta hoteles. Pero muy pocas viviendas. De acuerdo con cálculos de la propia entidad, son algo más de un millar las viviendas vacias del «banco malo» en territorio gallego. En Galicia se sitúa apenas el 3,2% de los activos de inmobiliarios de la Sareb, de los que el 47% son viviendas, pero concentradas en promociones levantadas en destinos turísticos, no en plenas ciudades.

Dos datos dejan clara la situación. El «banco malo» firmó hace meses un acuerdo con la Xunta para traspasar cincuenta viviendas con destino a alquileres sociales. La misma operación se realizó en Cataluña, con un saldo muy superior: 600 inmuebles traspasó la Sareb a la Generalitat en 2014.

PABLO ISLA. Números de vértigo para Inditex, que refuerza su liderazgo

ES DISCRETO, de los que miden sus palabras y sus decisiones. Pablo Isla, con diez años ya al frente de la multinacional textil, ha sabido en este tiempo sacar el máximo a un equipo que ya estaba muy cohesionado, al tiempo que minimizaba todo impacto negativo que pudiera alterar el rumbo de la compañía, imbatible en Bolsa. Y en este primer trimestre del año las ventas de Inditex vuelven a marcar un abismo sobre sus rivales, con un crecimiento del 17%, hasta los 4.374 millones. El alza del beneficio neto, un 28%, hasta los 521 millones, también lo confirma. No parece haber ninguna duda de que Amancio Ortega acertó fichando en su día al abogado, y nombrándolo presidente después. Isla promueve ahora un plan de incentivos para la plantilla, conocedor como es de que Inditex se ha convertido en un caladero de fichajes a ojos de la competencia. Pero el poder de atracción (y valoración) del grupo sigue intacto.

JOSÉ MANUEL ALONSO. Relevo natrual enla cúpula de la conservera Jealsa

LA CONFIANZA en uno mismo es el primer peldaño para ascender por la escalera del éxito. Algo así debió pensar Jesús Alonso Fernández allá por el año 59, cuando decidió arrendar una pequeña fábrica en una parroquia cercana a Vilagarcía. Se trataba de una planta de salazón en desuso que se iba a reconvertir en conservera y que contaba con un pequeño pero jugoso cupo de aceite y hojalata, límites de aprovisionamiento sujetos a autorizaciones administrativas. Dos años antes se había casado con Puri Escurís, la hija de uno de los más ilustres conserveros de la ría, instalado en la vecina Pobra do Caramiñal. Desde ahí, hasta lo que hoy en día es Jealsa, toda una multinacional conservera. El fundador deja ahora paso al frente del grupo a su hijo Jesús Manuel Alonso, un ejecutivo que lleva desde hace años las riendas de la compañía. Una sucesión natural y tranquila.

*Artículo publicado el sábado 13 de junio de 2015 en las ediciones impresas de El Progreso y Diario de Pontevedra

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