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Qué lejos queda Oporto

A HORA que muchas de las soluciones a los zarpazos de la crisis se plantean con efectos retroactivos, como si la historia se pudiera reescribir a golpe de decreto ley, no vienen mal algunos ejercicios de simulación. Sobre todo, aquellos que nos permiten enfocar los debates desde otro ángulo. Pasa con nuestro sistema aeroportuario. Y conviene ser claros. A Galicia le iría mucho mejor con un solo aeropuerto central, que tuviera dos terminales, una para vuelos nacionales y otra para los internacionales. En la primera, ya puestos, por volumen de tráfico absorbido de los tres actuales (Alvedro, Lavacolla y Peinador), podríamos contar incluso con puente aéreo con Madrid, por ejemplo.Ese aeropuerto central, por geometría elemental, debería estar ubicado en Santiago, aprovechando de paso las dos terminales que hay, la nueva, semivacía, y la que está vacía de verdad, la antigua, a la espera de uso y sin destino conocido. ¿Van encajando las piezas? No suena nada mal. Pero todavía hay más.

Esa gran infraestructura aeroportuaria no sería nada sin lo que los entendidos llaman conexiones intermodales, que en el caso que nos ocupa serían, por ejemplo, acceso directo desde la AP-9 y por autovía para cubrir los enlaces desde las siete grandes ciudades gallegas. Y si lográsemos que la Alta Velocidad, o al menos trenes lanzadera auxiliares, nada del otro mundo, llegasen hasta ese gran aeropuerto central, pues estaríamos hablando ya, sin duda, del gran nudo de comunicaciones de Galicia. Y ahora que Aena, el gestor aeroportuario, cotiza en Bolsa, sus directivos solo están pendientes de beneficios y dividendos, y quien sabe cuáles serán sus prioridades, tampoco estaría mal hablar de la gestión de ese gran aeropuerto central gallego desde Santiago, por ejemplo, en vez de Madrid. Todo esto es lo que nos dice el sentido común, y también nos apunta una legítima aspiración a un autogobierno bien entendido, pero no las decisiones de nuestra clase política. Las históricas y, lo que es peor, las actuales.

Para bochorno general, tiene que ser el alcalde de Oporto, Rui Moreira, el encargado de dar un auténtico baño de realismo a los gallegos: "Hace diez años el aeropuerto de Oporto no era nada, era más pequeño que el de Vigo, y ahora tiene más de siete millones de pasajeros. Sí, en este momento Oporto es el mayor aeropuerto de Galicia", abundó el regidor, de visita en A Coruña y ante un incrédulo Carlos Negreira, que volvió a hablar de "complementariedad" entre las terminales, un auténtico comodín cuando se trata de ponerse de perfil. 

El debate de las infraestructuras, con el aeropuerto de Sá Carneiro, saca lo peor del localismo


Lo cierto es que con alcaldes de distinto o igual color político, y ya puestos incluso si se tratase hasta del mismo regidor para las tras ciudades que nos ocupan (A Coruña, Santiago y Vigo), los tres aeropuertos seguirían su particular guerra, en gran medida a costa del bolsillo de los ciudadanos, que con sus impuestos sostienen gobiernos locales empeñados en distorsionar el mercado vía subvenciones, cuando no ayudas disfrazadas de promociones turísticas para las aerolíneas. Si, además, logramos que el Ministerio de Fomento sigua invirtiendo y ampliando las tres infraestrucutras, como sucede actualmente, pues nos situamos a un paso de la sublimación del localismo.

Oporto y Sá Carneiro, su gran aeropuerto, nos da una lección cada vez que se publica una estadística de frecuencias y tráficos. En síntesis, suma tres millones de pasajeros más que Lavacolla, Alvedro y Peinador juntos. Entre 2007 y 2013, los años duros de la crisis, Oporto creció un 60% en tráfico, mientras que el conjunto de las tres terminales gallegas retrocedía un 24%. ¿Por qué? Pues en todo ello pesa mucho ser el segundo aeropuerto del país, iniciar una apuesta ordenada por las líneas «low cost» y haber pasado a manos privadas. Desde 2012, cuando fue privatizada la principal red aeroportuaria lusa, el grupo francés Vinci gestiona la terminial de Oporto. Y esto va a más: ahora nos encontramos aerolíneas como Turkish que programan desde Oporto cuatro enlaces a la semana con Estambul, los mismos que recortaron en Santiago hace dos meses. Si eso no es deslocalizar...

Por aire y por mar. Sá Carneiro compite con Galicia como lo hace también Leixoes, la gran infraestructura portuaria de la costa norte lusa.Y otra lección, la rada de Oporto mueve un 60% más de contenedores que los cinco grandes puertos gallegos juntos, los estatales, y ahora amenaza también el negocio de cruceros, con una terminal renovada. Mientras todo esto sucede al otro lado de la raia, en Galicia seguimos hablando un comité de coordinación de rutas aéreas que ya ni se reúne. ¿Para qué hablar, pues, de ese gran aeropuerto central gallego? Como dice la canción, parole, parole, parole...


Abanca saca lo mejor de la difunta NCG
CASI la mitad de los depósitos del sistema financiero que opera en Galicia (concretamente, el 40,8%) está en sus manos. Y nada menos que una tercera parte de los créditos que se conceden en este mercado (el 30,05%). Son datos del primer trimestre del año. Por ello, a Galicia le va mucho en la cuenta de resultados de Abanca. O debería. La entidad controlada por Juan Carlos Escotet ha presentado un beneficio neto hasta abril de 129 millones de euros, que multiplica por ocho el obtenido en igual período del año pasado. También ha incrementado notablemente las provisiones y dotaciones. Su negocio no se ha apuntalado exclusivamente en lo que se entiende por intermediación financiera, es decir, el negocio tradicional. De hecho, los bajos tipos hacen que su margen de intereses (diferencia entre lo que cobra por los créditos y lo que retribuye por los depósitos, básicamente) descienda un 30%, hasta los 106 millones. Frente a ello, el margen bruto (se suman comisiones, dividendos, diferencias de cambio, operaciones financieras) se duplica. Quizá uno de los elementos diferenciales de esta cuenta está en el recorte de la morosidad, que con el 11,09% desciende por debajo de la media del sector, que en febrero estaba en el 12,4%.

Todo esto es bueno para Galicia. Sobre todo, si tenemos en cuenta que esta misma semana el Banco de España ha puesto negro sobre blanco las ayudas recibidas por la exinta NCG. La entidad recibió 9.052 millones de dinero público, cifra que viene a estar por encima del techo de gasto de la Xunta para un año como el 2015. Y el Estado recuperó con la venta 783 millones, un 8,6% del saneamiento. No parece buen negocio.

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