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Las mil vidas de Sargadelos

Los números del grupo demuestran que ni las crisis laborales ponen en riesgo su viabilidad

Entrada a la fábrica de Sargadelos. ÁLVEZ
photo_camera Entrada a la fábrica de Sargadelos. ÁLVEZ

U NA empresa no puede vivir de recuerdos. Por mucha historia que tenga detrás. En el caso que nos ocupa, Sargadelos siempre tendrá un lugar singular reservado en la memoria colectiva de los gallegos. Porque se trata de la marca de un país. Por eso cuesta entender que el enconamiento propiciado por diferencias hasta personales entre la propiedad y una líder sindical pueda llevarse por delante una fábrica, la de Cervo, y de paso enterrar doscientos años de innovación constante, con algunas interrupciones. Por eso y porque Sargadelos es la empresa de las mil vidas, como ha demostrado a lo largo de los años.  Y es que se ha levantado una y otra vez.

La compañía, reflotada tras el concurso de acreedores presentado en 2014 y en una situación en la que sus números comienzan a pintar bien, ha pasado página esta misma semana a uno de sus capítulos más tristes y hasta cierto punto vergonzantes. A buen seguro que, de nuevo, serán los juzgados los que finalmente hablen para resituar a patrono y sindicato, jefe y líder laboral, en su correcto lugar, como ha sucedido otras veces. El ejemplo más reciente fue la anulación del Ere presentado en 2010, que no fue suspendido judicialmente hasta cuatro años después.

Los números del grupo, tanto en su planta de Cervo (Fábrica de Cerámica de Sargadelos SL), como en la matriz, ubicada en Sada (Fábrica de Cerámica del Castro SL), demuestran que ni las crisis laborales ponen en riesgo su viabilidad tras el acuerdo alcanzado con los acreedores para salir del concurso, cuando en marzo de 2016 se aprueba el convenio. Veamos ahora esos números.

Fábrica de Cerámica de Sargadelos, que concentra el centro de Cervo, cerró el ejercicio de 2017 con unas pérdidas de 117.000 euros, cuando un año antes presentaba unos beneficios de 857.000 euros. La cifra de negocio se incrementó el año pasado sustancialmente, hasta los 2,7 millones, 500.000 euros más. Los costes laborales en Cervo, en gran medida derivados de la anulación del Ere, explican las pérdidas. Y es que pasó de contabilizar unos gastos de personal de 1,3 millones en 2016 a casi duplicar el coste un año después, hasta los 2,5 millones. Esa es la clave. 

Fábrica de Cerámica del Castro, la planta de Sada, redujo su cifra de negocio en 300.000 euros el año pasado, quedándose en los 1,8 millones. Generó un beneficio al grupo, que no consolida los resultados de sus participadas, de unos 571.000 euros. Todos estos datos figuran en las cuentas de dichas empresas depositadas en los correspondientes registros mercantiles. Es decir, van a misa.

Pero es que la propia empresa de Segismundo García explica la situación, por ejemplo, en el caso de Cervo. Lo hace con detalle. Y no deja lugar a dudas. "En el resultado neto después de impuestos (esos 117.000 euros de números rojos) se hallan incluidos como costes la provisión de gastos de personal por la sentencia que desestima la validez del Ere del 2010", asegura la compañía, que explica que la facturación se ha incrementado un 23,8% "merced a la mejora y racionalización del proceso comercial". Y su pasivo corriente, es decir, sus deudas a corto plazo, se han reducido desde los 2,6 millones a 1,9 millones en un año, un descenso superior al 25%.

"En resumen", concluye el grupo en su memoria, "se han mejorado de modo importante los parámetros que atenazaban la viabilidad futura de la empresa entendiendo que ésta se encuentra en situación de salida para poder reiniciar un desenvolvimiento normal en el mercado". Es decir, para tener una nueva vida, como ha demostrado tantas veces.

Amenazar con cierres es jugar con fuego. Sargadelos hunde sus raíces en el proyecto de un ilustrado, Antonio Raimundo Ibáñez, en los primeros años del siglo XIX, con la inauguración de la fábrica de loza en Cervo. Fueron pleitos familiares de los Ibáñez los que llevaron a Sargadelos hasta su cierre como empresa en el año 1875. Desde entonces, un letargo, hasta la recuperación de su legado en la segunda mitad del siglo XX de la mano de intelectuales galleguistas liderados por el difunto Isaac Díaz Pardo, que tan mal final vio en sus últimos años  de vida para aquel proyecto.

Cerámicas do Castro, el Laboratorio de Formas, el Museo Carlos Maside, Ediciós do Castro y otras instituciones fueron ideadas sin ánimo especulativo, casi en contra de lo que decía el mercado. Todos esos proyectos nacieron con una idea: trabajar en la recuperación de la memoria histórica de Galicia desde la cultura y la empresa. Un caso único. Son las mil vidas de Sargadelos. 

El bipartidismo se instala en el monte
El  "acuerdo de país" por el monte gallego se queda en un pacto entre populares y socialistas, que son las dos únicas formaciones que han aprobado en el Parlamento el dictamen de la comisión de expertos sobre los incendios, creada a raíz de la terrible ola de octubre del año pasado. En Marea y el BNG han optado por hacer política. Simplemente.

Fueron unos sesenta comparecientes los que pasaron por O Hórreo durante meses, en su gran mayoría especialistas en lo suyo: académicos, miembros de patronales, asociaciones, cooperativas, fundaciones, municipios, agrupaciones de voluntarios... Sus voces han sido lo importante en estos meses, para lograr un dictamen con unas cien propuestas que unos votan por responsabilidad, el PSdG, y otros, el PP, por su pluralidad y por atender, asegura, a los problemas estructurales del monte. Para En Marea y BNG, se trata simplemente de una oportunidad de oro perdida, a pesar de respaldar el grueso de las conclusiones del dictamen. Lo dicho, política. Lo cierto es que el dictamen aborda cuestiones a las que será muy difícil poner números, es decir, euros contantes y sonantes. Es un arranque que tiene muchos puntos en común, y cubre problemas capitales. Toca darle forma.

La coordinación entre administraciones para la prevención y vigilancia y la creación de grupos de trabajo para que cada temporada determinen los ejes de actuación pueden no necesitar de un presupuesto. Pero luchar contra el abandono del monte, mejorar las franjas de seguridad, usar nuevas tecnologías o potenciar la ganadería en extensivo, por ejemplo, requerirán de mucho dinero.

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