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La madera resiste y gana

El monte gallego logra situar sus ventas en 2.000 millones, pero con problemas sin resolver

HACEMOS poco ruido, estamos desunidos y nos vendemos fatal fuera. La sociedad no es consciente de nuestra importancia y, por tanto, las administraciones públicas no sienten presión. Son palabras de alguien que no solo conoce el sector de la madera de principio a fin, sino que toma decisiones clave todos los días. José Carballo, uno de los hombres fuertes de Finsa, el líder del sector en España, no acostumbra a regalar los oídos. De ahí que hable de un sector atomizado, dividido y que no trabaja en equipo, pero que sin embargo considera imprescindible para entender la economía gallega.

El monte gallego se coloca al final del túnel de la crisis. Finsa en un ejemplo de ello: ha logrado pasar página a base de reestructuraciones, que también han provocado poca polvareda, sobre todo en Galicia, ya que en los años duros concentró los mayores sacrificios laborales en otras latitudes donde también tiene presencia fabril. Hoy la compañía compostelana, en manos de la tercera generación, presenta unos números envidiables: en 2015 duplicó su beneficio neto consolidado, hasta los 61,4 millones de euros, sobre todo por la gestión de costes y la actividad energética, y elevó sus ventas un 5%, hasta los 817 millones. ¿Respira tranquilo José Carballo? No lo parece. Al menos cuando habla por el sector. Desde hace nada es presidente de Unemadera, la patronal española de la madera y mueble, cargo que une al de presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Tablero.

¿Y cómo respira el sector? Pues, sin haber resuelto prácticamente ninguno de los problemas que enumera el secretario general de Finsa, el balance de 2015 arroja elementos de esperanza y solidez. De haber vuelto al camino del que se alejó durante la crisis. Las ventas conjuntas del sector en Galicia se sitúan en 1.941 millones de euros, con un avance superior al 11%. Son datos de Confemadera, la patronal que aglutina a las empresas del sector en Galicia, que destaca la fortaleza que exhibe de nuevo la primera transformación (rematantes y aserraderos) a rebufo del crecimiento de las ventas del tablero y la pasta, que llegaron a aumentar en 2015 un 20%, hasta superar los 820 millones. El cambio euro/dólar ha favorecido las exportaciones, y emerge un subsector que está al final de la cadena, el contract, actividades de carpintería y mobiliario muy especializadas, con una demanda específica y de alto valor añadido. El círculo se completa así para un sector que aglutina a 3.000 empresas, exporta por valor de casi 800 millones y da empleo, directo e indirecto, a 70.000 trabajadores. Los datos del Instituto Galego de Estatística aluden al monte como un negocio incluso de mayor dimensión que la pesca extractiva o las conservas. Sin embargo, parece invisible. 

Imperceptible y dividido. Incluso entre sus propias asociaciones, y en la relación de éstas con la Xunta. Ha tenido que salir adelante la revisión de un plan forestal que data de 1992, aprobado en su día por unanimidad en el Parlamento gallego, para que las relaciones entre el sector y la Xunta vuelvan a reconducirse. Algo tiene que ver en todo ello el cambio de conselleira en Medio Rural, con Ángeles Vázquez por Rosa Quintana, y la relación de la de Melide con el eterno director xeral de Ordenación Forestal, Tomás Fernández Couto,cuyas decisiones ya no parecen contar ni mucho menos con las bendiciones de antaño.

Esas malas relaciones con la Xunta llevaron a Confemadera a levantarse hace un año de la mesa del Consello Forestal de Galicia, también de la Mesa de la Madera y del grupo de trabajo sobre el Plan Forestal. Sucedió algo así como un hasta aquí hemos llegado para el sector. El motivo, el incumplimiento sistemático del anterior programa, el que databa de la etapa de Fraga. Lo explica con cierta sutileza alguien que sabe del sector, pero ajeno a ambas partes hasta ahora en conflicto. En esta nueva etapa, el profesor Juan Picos alude a la imprescindible y nítida separación presupuestaria entre los programas destinados a la gestión forestal y a la lucha contra incendios. Año tras año, los recursos económicos y humanos que deberían destinarse al fomento del sector son "fagocitados" por el operativo de la lucha contra el fuego. Un despropósito.

Galicia es una potencia forestal. Y lo sabe. Solo falta que nos equiparemos a Europa en el uso productivo del monte, ya que un 30% está desaprovechado. La fiscalidad, y por ahí parece que van los tiros de la Xunta, la estructura de la propiedad, la unificación de las normas municipales para la corta y la extracción y la redimensión del tamaño de las empresas son necesidades urgentes no solo para el monte gallego, sino para un entorno rural que respira materia prima.

El patrón de la moda que cree en el ladrillo

Las juntas generales de Inditex suelen ser un paseo. Pocas sorpresas, al margen de los anuncios que incorpora a su discurso Pablo Isla (en esta ocasión, el pago por móvil en todas las tiendas, nuevos proyectos y la indeferencia ante las consecuencias del Brexit), y la voz que suelen tener los representantes sindicales para plantear sus reclamaciones en público. Sin embargo, en esta ocasión, la junta se celebra cuando trascienden los resultados y dimensiones de todo lo que es el universo de Amancio Ortega. Y nada mejor que las cuentas anuales consolidadas de Pontegadea Inversiones, que incorporan los resultados de Inditex, para testar las dimensiones del gigante de Arteixo. Se dice pronto, pero gestionar 152.904 nóminas, que se corresponden con la plantilla si se suma todo el grupo, requiere de un departamento de recursos humanos más que engrasado. Otros datos apuntan al exceso. Los beneficios conjuntos se sitúan en 3.000 millones de euros, con unos ingresos anuales de 21.200 millones y 25.000 millones en activos. Ahí es nada. Sin embargo, otros datos invitan a la reflexión. Por ejemplo, las inversiones inmobiliarias que acumula el grupo en el extranjero se sitúan en 4.013 millones, con un crecimiento de unos mil millones en el último año. Eso es lo que invierte Ortega en el ladrillo fuera de España, valorado en 6.670 millones.

Para comparar el dato, mejor mirar a Galicia. En los últimos doce años (2004-2015) la inversión extranjera en Galicia se situó en 2.260 millones. Conclusión: Amancio Ortega destina al ladrillo fuera de España casi el doble de la inversión extranjera que Galicia recibe en doce años. Triste balance.

Juan Carlos Escotet, presidente de Abanca
Abanca aguanta, gana un 2,2 % más y crece en negocio

ABANCA aguanta la sacudida que está sufriendo el sector financiero gracias a una mejor estructura de capital y a haber dejado atrás lo más duro de la crisis, que le obligaba a sobredotar y provisionar muchas operaciones, sobre todo relacionadas con el ladrillo. Ese camino parece enderezado, y el banco propiedad de Juan Carlos Escotet mantiene un rumbo que, de seguir así, sobrepasará los 370 millones de beneficio a final de año, por encima del cierre de 2015. Abanca declara un beneficio neto de 186 millones en el primer semestre, con un repunte del 2,2%. En gran medida, ese resultado viene propiciado por las menores provisiones que ha tenido que realizar, algo más de 100 millones, frente al año pasado. Escotet mira de reojo a la Bolsa, a medio plazo, mientras que aguanta el tirón creciendo en depósitos (un 3,1% interanual) y en créditos (un 6,6%). Sufre, eso sí, como todos, la brusca caída de márgenes que golpea al sector.

Luis Caramés, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Santiago
Un catedrático para el nuevo consejo de Adolfo Domínguez

QUE Adolfo Domínguez no atraviesa su mejor momento no es ninguna novedad a estas alturas. La compañía del modisto ourensano busca el modelo y el encanto que perdió hace años a fuerza de errores. Este ejercicio tampoco pinta nada bien, al triplicar sus pérdidas en su primer trimestre fiscal, de marzo a mayo. Las ventas, en caída líbre, con un descenso del 11%. Cambios y más cambios hasta dar con la tecla. A la reciente salida de Estanislao Carpio, su número dos, Adolfo Domínguez suma también movimientos en el consejo de administración. Uno de ellos le vincula todavía más a Galicia. Es el de Luis Caramés. A buen seguro que el catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Santiago, que en su día ya pasó por el consejo de Sacyr, impone algo de sentido común, que le sobra, en la cúpula de una empresa casi sin norte.

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