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Galicia irá a menos en 2017

La previsión de crecimiento de la Xunta no recoge el impacto del Brexit que estima el BBVA

Galicia se prepara para comenzar una singladura complicada. Por varios motivos. El camino parece despejado: la estabilidad está garantizada, sobre todo en San Caetano, y al fin hay gobierno en Madrid. Por tanto, habrá presupuestos. Son motivos más que suficientes para intentar pasar página de un año especialmente convulso, de supuesta parálisis. Sin embargo, cuando finalice 2016, la economía gallega, casi al alimón con la española, habrá marcado un techo de crecimiento que no se volverá a repetir en 2017. En otras palabras, el año de la incertidumbre ha sido de récord para nuestro PIB.

No hay que tirar de sesudos análisis para situarnos. Basta con repasar las proyecciones que presenta la propia Xunta, que ha hecho un ejercicio complicado esta semana: presentar un techo de gasto para los presupuestos cuando todavía el ministerio del ramo, es decir, Hacienda, no ha hecho lo propio a escala estatal. Sucederá, previsiblemente, algo similar cuando llegue el momento de dar forma a las cuentas del próximo año. Estarán listos antes los presupuestos en Galicia que en Madrid. Inédito, y hasta cierto punto audaz, por el peso de las transferencias de capital en cualquier cuenta autonómica, todavía en cocina en Madrid. Son esos presupuestos que elabora la Consellería de Facenda, y validó el propio Feijóo esta semana, los que establecen un crecimiento del 2,4% del PIB para el próximo año, con una décima más sobre la última previsión. El contraste no deja lugar a dudas. Galicia, según la Xunta, cerrará el presente ejercicio con un avance del 3,1%, con lo que en 2017 caeremos siete décimas.


Cuesta escuchar a los autores del informe del BBVA cuando dicen de Galicia que "es una comunidad exportadora de capital humano del bueno, pero que se va y en muchos casos no regresa"


Si hace nada celebrábamos que la economía gallega lograba empatar con la media nacional en cuanto a crecimiento, también inédito en estos años de débil recuperación, Feijóo anuncia ahora que en esta recta final del año logramos situarnos por encima de la media. Sin embargo, el 2017 sigue ahí. El consuelo pasa por el cumplimiento de los parámetros del Plan Estratéxico hasta 2020, que marca una hoja de ruta con un crecimiento medio del 2,5% anual. Sin embargo, frente a los nubarrones, Facenda lanza un mensaje de optimismo, derivado en gran medida de los ajustes pretéritos, y no de los ingresos por venir. El techo de gasto crece casi un 3% y, por primera vez desde 2011, rebasa los 9.000 millones. Tras los años más duros en cuanto a recortes (2013, 2014 y 2015), Galicia había logrado situar este año el techo de gasto prácticamente a niveles de 2012, cuando las cuentas públicas rondaron los 8.700 millones. Es un avance sustancial, pues, pero no deja de ser meramente indicativo.

Y lo es por una razón. Las cuentas de la Administración gallega están muy supeditadas a gastos comprometidos, gobierne quien gobierne. Un ejemplo lo tenemos en el presupuesto que está en ejecución. La mitad del gasto corriente se destina a personal. El pago de nóminas se lleva prácticamente cuatro de cada diez euros que se destinan a gasto no financiero. Sanidad (3.500 millones de euros) y Educación (2.250 millones) tienen un peso abrumador en los 8.350 millones escasos de gasto presupuestado para todas las consellerías este año. Por tanto, poco margen. Siempre.

Las proyecciones de la Xunta tienen un amable contrapeso en otras que se han presentado esta misma semana. El BBVA Research también hace sus números. Y Galicia no sale tan bien parada en sus previsiones. El crecimiento de la economía gallega alcanzará el 2,8% al cierre de este año, pero se desacelerará hasta el 2,1% el próximo. Un recorte próximo al medio punto tanto en 2016 como en 2017. Un panorama bien distinto. Y por un motivo claro: el Brexit.

De acuerdo con el BBVA, si bien la exposición directa de Galicia en exportaciones de bienes, turismo o sectores como el inmobiliario es menor que la media española ante la próxima salida del Reino Unido de la Unión Europea, los efectos indirectos, a través de nuestros propios socios comerciales y de España, pueden impactar en la comunidad. En concreto, restará 0,4 puntos al crecimiento del PIB gallego, según sus cálculos. Prácticamente la diferencia entre unas previsiones, las de la Xunta, y las del servicio de estudios del BBVA, que da un aprobado alto a la política fiscal gallega.

Galicia recuperará los niveles de PIB per cápita (por persona y año) previos a la crisis a finales de 2017, pero será debido en parte a una dinámica poblacional negativa. Cuesta escuchar a los autores del informe del BBVA cuando dicen de Galicia que "es básicamente una comunidad exportadora de capital humano (...) del bueno, pero que se va y en muchos casos no regresa". Pero esa es otra guerra, siempre pendiente.

EL PÓRTICO GIRATORIO DE FERNÁNDEZ CURRÁS. Entre lo legal, lo ético y lo estético sigue habiendo kilómetros de distancia. Caso práctico: Marta Fernández Currás. La exconselleira deja la Secretaría de Estado de Presupuestos, tras un año de desencuentros con un jefe complicado, Cristóbal Montoro, y es decir adiós a sus compañeros en el ministerio y abrir de par en par la puerta de un nuevo destino en el sector privado. Ernst & Young, una de las grandes consultoras, ficha a la viguesa a golpe de talonario, es de suponer, sin que medie apenas tiempo entre su reciente trayectoria en la Administración y sus nuevos cometidos en el gigante de la consultoría. ¿Y cuáles serán las funciones de Fernández Currás en Ernst & Young? Pues nada menos que todo lo relacionado con el sector público, al que lleva vinculada ocho años en cargos de máxima responsabilidad (cuatro en San Caetano y otros cuatro en Madrid). La puerta giratoria se convierte en pórtico.

Muy fino tendrá que hilar la exconselleira en su nuevo destino. Ernst & Young es la auditora de grandes y polémicas concesionarias de la Xunta. Sin ir más lejos, valida las cuentas de la empresa que gestiona el nuevo hospital de Vigo y la concesionaria de la Autovía do Barbanza, que acumula varios rescates con dinero público. Marta Fernández también se encontrará en su nuevo destino con viejos conocidos. Entre ellos, nada menos que José Venegas, uno de los hombres fuertes de Méndez en Caixa Galicia, que salió de Novagalicia después de la fusión. ¿Y cuál fue el refugio de Venegas? Pues Ernst & Young. En su caso, volvía al mundo de la auditoría, muy al contrario que Marta Fernández Currás y su agenda.

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