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El milagro portugués

Portugal se convierte en paradigma de la recuperación, pero con luces y sombras

Portugal-España

EN LA DÉCADA  de los noventa, Irlanda orprendió a Europa al erigirse en paradigma del crecimiento sostenido sobre la inversión, especialmente extranjera, y con una política fiscal blanda que propiciaba la llegada de capital de Estados Unidos, en cierta medida derivada de sus vínculos históricos. Irlanda se convirtió entonces en el admirado 'tigre celta'. La salida de la crisis europea, que sigue teniendo a Irlanda como campeón silencioso, cuenta con otro invitado especial, Portugal, que protagoniza un nuevo milagro, aunque con matices. ¿Es Portugal el nuevo 'tigre ibérico'?

Si el análisis se ciñe precisamente a esa comparativa con la situación de España, los vecinos portugueses parecen haber dado con la receta, lejos de austericidios impuestos desde el exterior, como lo fue el ajuste tras la intervención de la troika y la inyección de 78.000 millones de euros por parte de la UE y el FMI ante el colapso del país. Fueron los años oscuros, entre 2011 y 2014. Sin duda, el milagro portugués no solo parece residir en la mutación aparente de su economía, sino en la rapidez del cambio. 

Apenas dos años de gobierno de coalición de izquierdas de Antonio Costa y Portugal emerge y enfila la salida de la crisis con mejor nota que España. Al menos, si atendemos a algunos indicadores básicos, como es el desempleo, que está por debajo del 9%, prácticamente la mitad que España. Nuestros vecinos rozan el pleno empleo en áreas turísticas del sur, aunque los salarios en Portugal todavía están muy lejos de la media de la OCDE. 

Pero la gran sorpresa ha venido por la combinación del fin de las políticas de austeridad y el cumplimiento de los criterios de déficit público. La Comisión Europea sorprendía en mayo y sacaba a Portugal y a Croacia del procedimiento de déficit excesivo, al haber reducido ambos países sus déficit por debajo del 3%. En el 2,1% se sitúo al cierre de 2016 en el caso luso. España, Grecia y Francia siguen todavía ahora bajo el yugo europeo. ¿Cuál ha sido la receta?

Nuestros vecinos, cuyo PIB no crece al ritmo de crucero que alcanza España, han optado por sacrificar la inversión pública, que cae de forma drástica, antes que el gasto social, lo que ha llevado a recuperar el poder adquisitivo de salarios, sobre todo públicos, y pensiones previo a la crisis. A ello también ha contribuido de forma determinante el incremento del salario mínimo interprofesional.

La receta, en síntesis, pasa por la aplicación de programas sociales que se podrían definir como 'fiscalmente responsables', mirando siempre al déficit público, atemperado también por una menor inversión. El reconocimiento ha llegado esta misma semana, cuando Mario Centeno, el ministro de Finanzas del Gobierno de Costa, ha sido elegido presidente del Eurogrupo. Centeno ha lidiado en estos años con la ortodoxia alemana por el déficit y los compromisos con los socios comunistas, que le pedían más esfuerzos sociales. Lo ha conseguido, sin duda. Pero, ¿a qué precio?

Pues basta con repasar otro indicador básico de la economía lusa para comenzar a ver problemas que persisten. Y es la deuda pública, en este caso, el semáforo que sigue en rojo. Cuando en España se sitúa, trimestre arriba trimestre abajo, en el 99% del PIB, en el caso portugués se dispara hasta el 130%. El problema, que no es solo la deuda pública, sino también la privada, como en el caso español, ya no es lo que represente sobre el PIB, sino los costes que conllevan su devolución. Sobre todo en un escenario de tipos de interés por los suelos que toca a su fin. ¿Qué sucederá cuando suba el precio del dinero y Portugal tenga que asumir vencimientos o endeudarse más para cumplir con sus acreedores? Es una incógnita.

Los problemas, quizás, como el de la deuda, vengan del exterior. Porque en parte también de fuera han llegado las soluciones. Y eso es algo difícil de manejar para un Gobierno. El ejemplo lo ponen el turismo y las exportaciones. Son dos de los motores actuales de la economía lusa, pero siempre implican una relativa dependencia. ¿Cuánto tiempo seguirá estando de moda Portugal para el turismo internacional? 

Del exterior también ha llegado otra palanca de crecimiento, como es la inversión. Las apuestas por Portugal de parte de grandes grupos es una evidencia. Galicia sabe bien que nuestros vecinos han jugado con otra herramienta determinante para la captación de inversión. Y es una fiscalidad ventajosa, que probablemente no tarde en llegar a Bruselas en forma de denuncia de otros socios. El Código Fiscal do Investimento, revisado y mejorado, se ha convertido en un arma para apuntalar la salida de la crisis de nuestros vecinos. La clave no está solo en el súbito milagro, sino en cuánto durará.

Cara e cruz de Competencia en Galicia
Galicia y sus problemas de competencia están mucho más presentes en los tribunales que en los propios organismos reguladores creados ad hoc, como el que preside José María Marín Quemada. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, órgano supremo que viene a ser un árbitro en la selva del libre mercado, no mueve un dedo, al menos parente, por finiquitar sus investigaciones sobre ese extraño caso que supone que Galicia cuente con las gasolinas más caras de España. Conviene recordarlo cuando el precio medio del litro de gasolina y gasoil se ha encarecido un 6% estos días con respecto al puente del año pasado. A la autoridad que debe contrarrestar la fuerza e influencia de los lobbies se le han atragantado las petroleras. Por mucho que insista Núñez Feijóo en los nulos retornos vía precios de contar con una refinería en suelo gallego. Repsol ni se inmuta.

Competencia, sin embargo, comienza a ver el camino despejado con otro asunto sustancial para Galicia. Lo comprueba esta vez en el Supremo, que acaba de tumbar la ofensiva de Lactalis, el gigante lácteo con mayor peso en Galicia, contra la multa impuesta por Competencia a todo un elenco de grandes del sector, que en lo peor de la crisis pactaron, se repartieron el mercado y hundieron los precios que se pagaban a los ganaderos. Lactalis fue en esa ocasión multada (la sanción fue de casi 12 millones) junto a otras como Danone, Nestlé o Pascual. Al margen de recurrir la multa en la AN, Lactalis inició otra vía contra las inspecciones realizadas en alguna de sus plantas, supuestamente irregulares. El Supremo acaba de dar la razón a Competencia.

José Blanco: el ministro que aprobó subidas de peaje para compensar obras
A cada uno lo suyo. La polémica por las inminentes subidas de peaje de la Autopista del Atlántico, que superarán el 3% a partir de enero, tiene sus autores, que han dejado su firma en diversos acuerdos adoptados por gobiernos centrales de diferente color. En el caso de José Blanco, ministro de Fomento con Rodríguez Zapatero, se llegó a un acuerdo en 2011 para financiar las obras de Rande y la ampliación de los accesos a Santiago. Audasa las financiaría mediante emisiones de obligaciones, pero Fomento autorizaba "un incremento extraordinario de tarifas en los recorridos con pago directo por los usuarios de la autopista, en todos sus tramos, del 1% anual acumulativo durante veinte años". Ahí es nada. Por tanto, parte de la responsabilidad de la próxima subida de peajes, tras años congelados, es de José Blanco, pero no toda.

Ana Pastor: La ministra que copió la fórmula para impulsar bonificaciones
Cambiemos las obras por las bonificaciones y descuentos para los usuarios y la historia se repite con el PP, por mucho que Núñez Feijóo, ahora, eche hábilmente la vista atrás y solo vea errores de los gobiernos socialistas. La sucesora de José Blanco en el cargo, la zamorana Ana Pastor, firmó un convenio con Audasa por el cual se compensa con subidas de peaje los descuentos que aplica la concesionaria en el área de Vigo y Pontevedra, para los usuarios que realicen el trayecto en el mismo día y con telepeaje. Fomento, con Ana Pastor, estableció que se aprobarían "actualizaciones extraordinarias de tarifas que garanticen que antes de terminar el periodo concesional el saldo conjunto resultante de la compensación se hace cero". En síntesis, si la concesionaria perdía ingresos, Fomento subía los peajes para compensarla. Y en esas estamos.

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