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El cable de R está en Bilbao

El desembarco de Euskatel despeja dudas, pero se mantiene la incógnita de las inversiones

A muy estratégica R pone rumbo a Bilbao, sede de Euskaltel, como en su día Unión Fenosa lo hizo a Barcelona; Autopistas del Atlántico, la gestora de la AP-9, a Londres y Nueva York; el Pastor, al Madrid del Banco Popular; Leche Celta, a Oporto; el astillero Barreras, a la Torre Pemex, en México DF; Transportes Azkar, a Alemania; la calderería Gándara Censa y el constructor naval Rodman, a China, o la difunta Fadesa, a Madrid. En unos casos como fórmula de salvación ante una quiebra casi inevitable, y en otros como adquisición de una apetecida pieza para consolidar posiciones de liderazgo, lo cierto es que durante los últimos años, y mucho antes del comienzo de la crisis, las operaciones de compraventa en las que participan empresas de capital gallego siempre son unidireccionales: mandan las absorciones.

Ahora le toca el turno a la operadora gallega de cable. Cierto es que pasa de estar controlada por un fondo de inversión, CVC, a caer en manos de un competidor, Euskaltel, el operador de cable promovido en su día por el Gobierno vasco, y hoy cotizado en Bolsa y participado de forma mayoritaria por Kutxabank y los March. Sin embargo, no es menos cierto que esta adquisición (esta misma semana se ha materializado con el desembarco del equipo del grupo vasco) se lleva por delante a las cabezas que en su día armaron el puzzle que hoy es R, con Arturo Dopico al frente. A los mandos de la operadora desde su nacimiento, Dopico era a R lo que Fran al mejor Dépor, por poner un ejemplo sin salir de A Coruña.

Un movimiento orgánico que se ha consumado esta semana lo dice todo. La operadora gallega pasa de tener consejero delegado a contar con un director. Es sencillo. R será un apéndice de Euskaltel. Nadie se puede llevar a engaño y los vascos, con su presidente, Alberto García Eraukzin, y el primer ejecutivo, Fernando Ojeda, al frente, tampoco parecen dispuestos a abonarse a juegos de trileros. Ningún secreto tiene la fórmula: quien compra, manda. Por tamaño, deuda, generación de cash-flow y beneficios, cualquiera de las dos, R o Euskaltel, podría haber sido la compradora. La balanza se inclinó por el músculo financiero de los vascos, y el respaldo de accionistas que apuestan por retener en su territorio centros de decisión, caso de Kutxabank, también accionista significativo de Iberdrola.

En su día, ese papel en R y en otra eléctrica, Unión Fenosa, lo tuvieron las extintas cajas gallegas. En fin. El de los centros de decisión es un debate recurrente, pero no por ello menos determinante. Euskaltel, sin depejar la incógnita sobre las inversiones (R acumula inversiones por 1.000 millones desde su creación, con otros 58 millones este año), llega anunciando que el empleo y la sede no se tocarán. De ello se encargará Manuel Salaverría, histórico de la casa y presidente de la red de empresas tecnológicas vascas.

Y, como sucede siempre cuando se compra y se vende una empresa, martillea el debate sobre las sedes sociales y domicilios fiscales. Aunque está por decidir, todo parece indicar que será una sociedad holding la que hará las veces de paraguas para R y Euskaltel. ¿La sede? Parece obvio: Bilbao. Sin embargo, en este debate conviene quedarse con los matices. Y es que el simple cambio de domicilio fiscal de una empresa es, en el fondo, prácticamente irrelevante. Lo dice el catedrático Santiago Lago Peñas. Porque el impuesto sobre Sociedades se lo queda la Administración central, el Iva que cobran las empresas acaba en las arcas autonómicas en proporción al consumo que se hace en cada territorio y las retenciones que las compañías aplican a sus trabajadores se remiten a sus comunidades de residencia.

Por todo ello, para hablar de cambios en una empresa, siempre es preferible mirar a los centros de decisión, a las personas, antes que a los domicilios fiscales o sociales. Y, en este contexto, la marcha de Arturo Dopico de R cobra todavía más relevancia. Los trabajadores de la compañía apuraron las horas durante las últimas semanas para crear un comité de empresa, hasta ahora inexistente en la compañía. Será bueno para empleados y empleadores. Y también serán buenos los gestos a partir de ahora por parte de los nuevos propietarios. Con los trabajadores y con la sociedad gallega. Por ejemplo, la activa Fundación Euskaltel podría contar, como mínimo, con una versión gallega. Obras son amores. Y, siempre, mirando por el rabillo del ojo a ese eterno rival que compartían ambas operadoras: Telefónica. Un día después del desembarco efectivo de Euskaltel en R, la compañía de César Alierta firmaba con la Xunta algo más que un acuerdo para promover la industria 4.0. Toca ponerse las pilas.


La cadena rota del sector lácteo en Galicia

VUELTA a casi lo mismo en el sector lácteo. Como una marea blanca, esta vez con objetivos más concretos y mejor definidos, los ganaderos retoman las protestas. Y, en el fondo, casi nada parece haber cambiado en estos meses. Por una razón bien sencilla: persiste la «desestructuración» y el «desequilibrio» en la cadena láctea, esa que en teoría debe unir a productores, industrias y distribución. Un nuevo informe del Foro Económico de Galicia deja claras algunas evidencias. Por ejemplo, la viabilidad para que las industrias cambien la «cultura» sobre su relación con los ganaderos pasa por la mejora de sus estrategias empresariales.

Con industrias centradas en la leche envasada y con un alto porcentaje de marca blanca, como sucede en Galicia, «será difícil lograr relaciones más estables con los ganaderos», explica el estudio. Para sus autores, el fuerte aumento en los últimos años de la leche recogida por los primeros compradores no transformadores (meros intermediarios que después venden las cisternas a la industria) está en el origen de los precios especialmente bajos que están recibiendo los ganaderos actualmente.

Y, para rematar, una licencia a un intervencionismo tan añorado como necesario, a juicio de los autores. «Como complemento de la organización de la cadena sería conveniente contar con mecanismos públicos de estabilización del mercado más potentes que la actual red de seguridad». En síntesis, todo ello requeriría desandar parte del exceso liberalizador de la última década. De lo contrario, tal y como estamos, la ley de la selva será lo más parecido a un marco regulador para el sector. Esto suma y sigue.

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