Opinión

Fraternidad congelada

UNA DE las cosas que más me llaman la atención es la ira con la que se manejan muchos de los partidarios de Pedro Sánchez. Ira y actitudes antidemocráticas como las de insultar, denostar y organizar escraches a quienes no comulgan con Sánchez.

Eso es lo que tuvo que sufrir Susana Díaz la pasada semana durante su visita a Castilla y León. O lo que le sucedió a Soraya Rodríguez. Por no hablar de los insultos iracundos que destilan a través de las redes sociales muchos de los seguidores de Sánchez. Por ejemplo, a Patxi López le tildan de «traidor» y otras barbaridades por haber presentado su candidatura a secretario general.

A todo esto Sánchez no ha dicho ni una palabra pidiendo respeto para los otros candidatos que quieren competir para hacerse con la secretaria general, algo a lo que tiene derecho cualquier militante, o simplemente respeto para quienes no están en sus mismas posiciones políticas.

Así que si los socialistas se portan de manera tan poco fraternal entre ellos, cabe preguntarse qué podemos esperar los demás.

Porque una cosa son las discrepancias, el tener modelos o proyectos distintos, la legítima ambición de ocupar un puesto al frente del partido, y otra esos comportamientos que producen temblor por la virulencia de los planteamientos, por la manera de descalificar al contrario, por el fundamentalismo con que se conducen. Porque una cosa es debatir con firmeza defendiendo unos planteamientos y otra comportarse de manera tan sectaria como vienen haciendo muchos de los seguidores de Sánchez.

Creo sinceramente que Pedro Sánchez debería haber cortado desde el primer momento estas actitudes, debería haber dicho alto y claro que repudia esos comportamientos poco democráticos, y también creo que todavía está a tiempo de hacerlo antes de seguir avivando la guerra civil en filas socialistas.

Mientras Patxi López y Susana Díaz llaman a la unidad, al debate sereno, e insisten en que en el PSOE caben todos, los seguidores de Sánchez dividen el partido en buenos y malos. Los buenos, puros y de izquierdas son ellos; los malvados y traidores, todos los demás.

Da pena ver como a parte de la familia socialista se le ha helado en el alma aquello de la fraternidad.

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