Opinión

Comadre, palabra del año para la RAG; comadreo, la de Sánchez

España es importante porque Galicia forma parte de ella. ¿Cuánto le debe el Estado a esta Galicia que siempre miró al futuro aceptando las normas comunes de convivencia que los españoles pactamos en nuestra Constitución?

Ese marco general, que favoreció el desarrollo de Galicia y de una nación entera, es pisoteada por unos, cuando no por otros, para calzar la pata de la mesa coja en la que se han servido los Presupuestos Generales del Estado.

Los gallegos tuvimos muy claro sin renunciar a nuestra identidad como pueblo, sin renunciar a nuestra cultura o a nuestro idioma, cuál era nuestra participación en el Estado, y Galicia fue capaz de aportar desde el Partido Popular una estabilidad que si fuese cuantificable estaría muy por encima de la que ha aportado, con todo mi respeto, el País Vasco o Cataluña.

Hace unos días, la palabra ‘comadre’ fue elegida como la palabra del año 2022 en las votaciones organizadas por la Real Academia Galega y la Fundación Barrié. El Diccionario de la RAG define ‘comadre’ como la relación que existe entre una mujer que ejerce de madrina y los padres de su ahijado o ahijada, aunque esta palabra está en el habla popular para referirse a las vecinas o amigas con las que se tiene una especial confianza.
Será por aquello de que los gallegos nos las vemos venir, hemos votado este vocablo mayoritariamente. Llevada a la práctica, la palabra comadreo es la apropiada para definir la estrategia del Gobierno de España, con relación a la Justicia.

No es ninguna primicia lo que parece se intuye como patada hacia arriba del autor intelectual de la frase, y que fuera Fiscal general del Estado, «el vuelo de las togas de los fiscales no eludirá el contacto con el polvo del camino».

Hace algunos años, el entonces vicepresidente del Gobierno de Felipe González, Alfonso Guerra, no dudó en declarar que «Montesquieu había muerto». Tampoco descubro nada nuevo al recordar que esas palabras formaron un gran revuelo. Y no fue porque el llamado padre de la separación de poderes hubiera fallecido de repente.

Tiene difícil explicación el pasado, pero no olvidado, nombramiento de una exministra como fiscal general del Estado, o el nombramiento del exministro Juan Carlos Campo y la exasesora de Félix Bolaños, Laura Díez. 

Por mi parte, no cuestiono la capacidad profesional de todos ellos, solo faltaría. De lo que no hay duda es de su afinidad al Gobierno, y es ahí donde reside el peligro real de inseguridad jurídica de nuestro país, y digo esto porque un poder judicial politizado no está en condiciones de responder a leyes que velen por el bien común, solo responde a intereses particulares y partidistas. Dicho de otro modo, comadreo de comadres.

Qué listos somos los gallegos, caramba.

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