VOY A abrir una ronda de contactos con los cacharros, los platos y mi cocina pero sin postularme, al menos todavía, a fregarlos. Como Pedro Sánchez, voy a convocar a la lavadora, al tendal y al armario para desbloquear la situación de incomunicación constante que les impide ordenarme la ropa si no es a través de mi propia -y molesta- intermediación. Finalmente, me reuniré con los libros, los CD's y las películas para que de una vez por todas abramos un diálogo de confianza mutua para concluir juntos que, efectivamente, están mejor separados y que cada cual decida si se ordena por géneros, autores o alfabéticamente. Esta será mi hoja de ruta para esta semana porque he de reconocer que tengo la casa más desordenada que las prioridades de Albert Rivera. Y por qué se me han desmandado las tareas domésticas a mi edad, se preguntarán -especialmente mi madre-. Muy fácil, porque la semana pasada seguí el ejemplo de Rajoy: no hacer absolutamente nada salvo ver La Vuelta.
