Opinión

Pólvora e intriga en Compostela

Agatha Christie es una de las autoras que mejor provecho sacó a ese maravilloso artefacto literario que consiste en acortar los tiempos, los capítulos y las oraciones de sus novelas cuando se acercan las últimas páginas. Ganaba, así, agilidad y, según le iba introduciendo algunos giros argumentales, la combinación del artificio y la sorpresa se convertía en un arma de efectividad infalible. Las tracas finales son tracas finales, en definitiva, porque hay muchos petardos y todos explotan (casi) a la vez.

Da la sensación de que la noche cae este lunes en Compostela con una sombra de humo suspendida en el aire, que trae cierto aroma a pólvora. Normal, ha sido una jornada de puro triquitraque municipal que no habría tenido más intriga y sorpresas ni aunque la hubieran guionizado a cuatro manos Aaron Sorkin (padre de El Ala Oeste) y la propia Agatha Christie. Nos despertamos pensando que íbamos a conocer al nuevo gobierno de Currás, de buena mañana; pero llegamos a la comida con una comparecencia multiaplazada. Luego, ya merendamos con nuevo alcalde y sin conselleiro. “La resolución de cada trama tiene que generar siempre una nueva incógnita”, que es, según Ken Follet, la base esencial para que el interés por una novela no decaiga.

Como en Cluedo, al final de la historia ya llegábamos con poquito reparto porque en el capítulo anterior nos habíamos quedado sin concejales. Eso sí, quedaban todavía en Raxoi muchos murmullos y un morterete. Tanto es así que si centráramos en Reyes Leis el foco de la hipotética novela se convertiría en un mero homenaje a Los Inmortales, donde “sólo puede quedar uno”. Y aunque parece que la traca ha terminado y que a la fiesta le quedan por consumir sólo los tres cohetes que clausuran la verbena, que vendrían a ser la presentación del equipo de Agustín Hernández, lo que no está tan claro es que la novela no vaya a tener un "continuará...".

El sacrificio ritual de Feijóo, entregando a su número tres sobre el empedrado del Obradoiro, va a ser un potente sedante pero, cuando el golpe de efecto se atenúe, tendrá en Santiago un equipo que estará limpio de corrupción y al que, sin embargo, no habrá elegido (casi) nadie. Es como quitarle la metralleta a la oposición para dejarle una pistola. Aunque, visto el panorama, en cualquier momento se va la luz y, al volver, aparece un cadáver que no es del PP.

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