Cuando estamos desgraciadamente a punto de meter las cenizas de Alcoa en una urna de Sargadelos. Cuando la sobrevalorada ministra Díaz dice lo contrario que hace ocho meses en lo que a la planta se refiere. Cuando la Xunta parece la inerte estatua de Colón con un dedo señalando a Madrid. Es justo ahora cuando se ceba con la comarca un cruel azar infeccioso que bate contra su imagen turística. El cierre golpea las expectativas ya rebajadas de un año que no iba a ser bueno, en el que se salía a maquillar el resultado y nada más. Viento y marea en contra. Esperemos que, como dicen los marineros, el mar haga camino. El mar y los mariñanos, porque lo mejor va a ser no esperar nada de nadie, ni de Madrid, ni de Santiago. Allí no saben lo que es el mar ni A Mariña.
