Opinión

Números rojos

RESISTIR LOS meses ontra la amenaza de los números rojos es una sensación de vértigo que a muchos nos suena. Acostumbrados a escudriñar cada céntimo de euro; a sacar el máximo partido al capital del que se dispone; a buscar la mayor rentabilidad a la modestia, a estas alturas, vivir a golpe de crédito tampoco suele generar taquicardias a casi nadie. La destreza de navegar por la escasez, en algunos casos, se ha llegado a convertir una envidiable forma de desarrollar la inteligencia. Pero, en el caso del planeta, las matemáticas no cuadran. Y, el ritmo de gasto ecológico de ‘niños de papᒠque nos hemos marcado, no permitirá que nunca cuadren las cuentas. De hecho, hoy, a esta hora, ya estamos gastando lo que no tenemos. Estamos tomando prestado (sin vuelta) los recursos naturales que debería formar parte del futuro de nuestros nietos. Consumiendo lo que correspondería a las nuevas generaciones. Empecinados en restar, y no sumar, sin pensar en las consecuencias de los incendios masivos, de los combustibles fósiles, de la mala gestión de residuos o de la explotación desmesurada de las pesquerías. El planeta camina hacia el precipicio del ‘déficit ecológico’ sin remedio. Es decir, emitimos a la atmósfera más CO2 de lo que los océanos y bosques pueden absorber. Y, con todo, el asunto del cambio climático todavía se valora desde una perspectiva de impacto económico. Como si tratase de un negocio mientras la aplastante realidad ya nos convierte en los principales morosos del medio ambiente ante todas las especies que residen en la tierra.

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