Opinión

Laith

LAS LÁGRIMAS saltan como una catapulta incontrolada de sus ojos. Una catarata de sentimientos sale a la superficie para aliviar tanto sufrimiento. Para Laith ya era suficiente. Contener más emociones se hacía insoportable. Este padre explota nada más librar una travesía marítima coqueteando con la muerte. Buscar nuevas oportunidades ha obligado a navegar a ocho en una balsa de plástico con capacidad para tres personas. Una eternidad de dos horas. A merced de un mar acostumbrado a tragarse vidas atiborradas de esperanza. La familia, al completo, comparte una experiencia inverosímil en una improvisada patera. Tal y como ocurre en televisión todos los días. Viviendo una realidad imposible. De África a Europa. Al pisar tierras griegas, aquel padre no resiste más. Abraza a su hijo, con una mano, y sostiene a su pequeña con la otra. Llora de rabia, de impotencia, exhausto de tanta tortura. Mira al horizonte tratando de ver qué sucede en la otra orilla del Mediterráneo. Con el indestructible sueño de que algo haya cambiado en Siria. Que una última hora apague las llamas del infierno en el que se ha convertido su país. Años soportando bombardeos del ejército y ofensivas de la guerrilla han acabado por minar las expectativas de este profesor inglés. Y, ¿ahora qué? El nuevo reto persigue la frontera alemana. Mientras tanto, la angustiosa foto de un refugiado continuará dando la vuelta al mundo tratando de pellizcar más conciencias europeas.

Comentarios