Opinión

Expolio

EXPLICAR A la parte conquistada que se celebra el Día de la Hispanidad roza el ultraje. En especial cuando puedes escuchar su versión de la historia en diferentes cantones de Latinoamérica. Cuando paseas y exploras su mundo sin despertar, lo más mínimo, el ánimo invasor; tan propio del ADN español. De la raza aria hispana. En una ocasión, en una pequeña comunidad del departamento de San Vicente (El Salvador) surgió una improvisada conversación entre conquistador y conquistados (yo asumía lo mío y ellos lo suyo). El tono, como suele ser habitual allí, no podía ser más cordial y conciliador. Aunque tratar de navegar en las aguas turbulentas del pasado acabaría, tarde o temprano, con el barco encallado en el arrecife de lo inexplicable sin derecho a rescate. Cristóbal Colón o el escritor Ramiro Maetzu, este último, en parte, responsable de la celebración del 12 de octubre, fueron mencionados durante nuestra estúpida exposición. Para los salvadoreños, los nombres de Andrés Niño o Pedro de Alvarado no pasaban desapercibidos. Tenían muy presente el engaño del pedacito de espejo a cambio de oro al que les habían sometido, la violación y secuestro de las mujeres indígenas: pipiles, lencas, mayas chortís, entre otras etnias, o la opresión de respirar una única cultura llegada de lejos, de ultramar, y aplicada por un extraño pueblo llamado España. Pero, menos, aún, comprendían como se puede celebrar un día al saqueo y al genocidio, en lugar de sonrojarse por lo que ha sido un expolio solo con antecedentes similares en África.

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