Opinión

Doña Celia

LA SEÑORA VILLALOBOS, es una jovial y placentera militante del PP, un poco progre y un poco pija que llegó a ser ministra de sanidad en el gobierno Aznar. Doña Celia es, además, miembro de la Mesa del Congreso y una musa extraordinaria. Es su señoría una fábrica de anécdotas que ilumina cotidianamente las plumas de la numerosa nómina de periodistas parlamentarios que, desde que el señor Peces Barba cerro el bar del Cojo, andan un poco perdidos por el edificio de la carrera de San Jerónimo.

Doña Celia, además de una simpática ministra que fue es, también, la típica militante popular que no quiere ser de derechas. Pertenece a ese sector del pasteleo y del bizcocho que tiene los principios como Groucho Marx. Un sector pastelero en el que militan señores y señoras que se sentirían mucho mejor en el Partido socialista, pero que por tradición familiar y chollo por medio, están en el Partido Popular del que no se han leído ni una sola línea de su ideario político. Es el sector denominado «Capri». La facción del petisú, muy guay y muy coleguilla con los adversarios políticos y tremendamente déspota y maleducada con sus compañeros de militancia a quienes consideran unos «fachillas» y solo saludan en campaña electoral.

El otro día doña Celia estuvo en el salón de plenos del Congreso y se puso a coleguear con el líder de Podemos Pablo Iglesias. A lo mejor si se le acerca un militante del PP a saludarla mira para otro lado, pero a Pablo Iglesias un comunista reconvertido a tiranuelo venezolano, lo invito a café. Y, claro, el de Podemos la mandó a tomar por el saco, sentado en los escaños del banco azul, mentándole la corrupción y no sé cuántas cosas más de esas que dice por la tele de los italianos y que producen en las entrevistadoras y entrevistadores del politólogo una sensación muy cercana al orgasmo.

La señora Villalobos, claro, se marchó echando leches, trasquilada y con los calores propios de la edad. Y es que estos coleguillas comunistas, son como son. Y aunque se visten con piel de oveja para engañar al personal siguen llevando a Stalin en el corazón y la hoz y el martillo en el bolsillo.

Comentaba después la señora Villalobos que: «Yo le invité a tomar un café y casi no me escupió porque había mucha gente delante, peor para él. Cuando entre en el Congreso se dará cuenta de que esto es bastante más complicado». Sí, es bastante complicado, pero a este señor de la coleta la preocupación se la sopla. Copiara el modelo venezolano y santas Pascuas.

Y es que este personal no aprende. Incluso a manolo Fraga le paso con José Manuel Beiras, cuando el presidente de la Xunta lo invitaba a la Telegaita a que el del Bloque tocara el piano, lo conocieran en toda Galicia y votara al PP. Después, claro, Beiras, se lo agradeció con insultos y manifiestos como aquel de los trescientos intelectuales, en el que insultaron a Fraga cuando el de Villalba habló de la poca fertilidad de las parejas de hecho. Los trescientos calificaban además a Fraga de reaccionario, fascista, totalitario, prepotente y líder de la derecha incivil. Y es que este personal no engaña. Después de la publicación del manifiesto desapareció el piano de la TVG. Y, doña Celia, hágame caso. Dedíquese a pedir el voto y déjese de tanto café.

Comentarios