Opinión

Casado vocifera mientras se aísla

En uno de los episodios más intensos de la batalla de Waterloo, con los ingleses cercando a los restos de la Vieja Guardia Imperial de Napoleón y conminando a su rendición, los historiadores registran dos versiones de la respuesta de su jefe, el general francés Cambronne: la épica: «La Vieja Guardia muere no se rinde» y la que él mismo reseñó en sus memorias, reducida a una palabra bien expresiva, «Merde».

Sobre ese episodio Víctor Hugo en la monumental obra ‘Los miserables’ hace una extraordinaria digresión considerando que en esas dos sílabas que pronuncia un hombre desconocido está el espíritu de los gigantes, el resumen de la historia donde una sola palabra tiene la fuerza de una espada.

No tendrá Pablo Casado un Víctor Hugo que eleve su sonora interjección, de nuevo dos sílabas pronunciadas en el Congreso de los Diputados, a materia histórica, a ejemplo supremo de concisión ante una situación límite. Ni el hemiciclo parlamentario es la llanura de Waterloo rezumante de sangre y atestada de cadáveres ni la situación es límite. Casado imposta la voz no para aturdir a los rivales ni para dejar huella en el Diario de Sesiones, sino para algo más modesto, lograr unos minutos de gloria, de protagonismo catódico en las innumerables tertulias de prensa, radio y televisión.

Y lo hace además tapando con una palabra malsonante pero provocadora su propio discurso, en el que se ha referido a tres casos dramáticos que conculcan derechos de menores. Uno incluso espeluznante, de explotación sexual de menores acogidos al sistema tutelar del Gobierno autonómico de Baleares, sobre el cual desde hace meses se intenta evitar cualquier debate público. Otro referido al acoso a la familia del menor de Canet que ha logrado amparo judicial para recibir algunas horas más de clase en español, lo que ha puesto al mundo soberanista en pie de guerra al que se ha sumado una constelación de organizaciones, sindicatos incluidos, y un tercero traído por los pelos para involucrar a la vicepresidenta valenciana en otro asunto turbulento. Cualquiera de dichos asuntos merecería ser tratado con rigor y no diluido por la fuerza connotativa de la expresión utilizada.

Casado tiene más eco porque dirige el mayor grupo de la oposición, pero sus colegas de otros partidos se comportan de la misma forma, en ocasiones soez y casi siempre ininteligible para los ciudadanos

De eso va la actualidad política, de instantáneas para los medios, en especial para la industria del entretenimiento. Interesa más garantizarse el titular del día siguiente, incluso con barbaridades ajenas al tema, que expresar un pensamiento articulado, inteligente, eso que Rajoy, con un cierto cinismo, llama «política para personas inteligentes». Casado, asediado como en Waterloo por todas las fuerzas enemigas, más sus teóricos aliados, más una fracción de sus propias huestes, no se ha inmolado con una frase para la historia, sino que solo ha ganado tiempo hasta el próximo envite. Ha sido jaleado por los suyos como si hubiese salido vencedor de un duelo agónico pero sólo ha conseguido escapar hasta la próxima escaramuza.

Hoy Casado es un caudillo en retirada, zigzagueando para escapar a la pinza estratégica que entre unos y otros intentan tenderle. Hasta Feijóo le ha dicho en público que debe hacer lo contrario de lo que viene haciendo. Cuando McArthur se encontró rodeado por todas partes y arrinconado contra el mar arengó a sus tropas diciendo «esta vez no se nos pueden escapar». Por el contrario Casado se distrae en escaramuzas contra los suyos y en lanzar fuegos de artificio cuando debería profundizar y singularizar sus propuestas.

En nombre de la corrección oral y del buen uso de las funciones del lenguaje, no debemos fijarnos solamente en el líder popular. Porque, en el actual nivel del debate parlamentario, a diario se pronuncian acusaciones infundadas, hipérboles inapropiadas, insultos y descalificaciones. Casado tiene más eco con una sola porque dirige el mayor grupo de la oposición, pero sus colegas de otros partidos se comportan de la misma forma, en ocasiones soez y casi siempre ininteligible para los ciudadanos.

Comentarios