Opinión

«Que vuelva la alegría…»

Escribo este comentario viendo el mapa de la pandemia y es una gozada constatar que Galicia es la única comunidad que abandona el estado de alarma lo que, además de causar satisfacción, obliga a recordar a quienes hicieron posible que vuelva hoy a la normalidad plena.

El primer puesto pertenece a la solvencia de la sanidad gallega, a sus infraestructuras ambulatorias y hospitalarias y al personal sanitario: médicos, enfermería y auxiliares que dieron una lección de profesionalidad sorteando dificultades y arriesgando sus vidas. 

Pilar de esa solvencia fueron las medidas acertadas del Gobierno gallego y la gestión de la consellería de Sanidade que, en palabras de Fernando Simón, es «un equipo muy profesionalizado que toma decisiones de forma muy consciente y con la prudencia necesaria». 

En paralelo Galicia contó con el trabajo de empresas y profesionales de muchos sectores, como las administraciones, la alimentación y el transporte; los militares de la Ume, las fuerzas de seguridad del Estado y muchas más personas que trabajaron para que la pandemia no acabara con la vida en esta tierra. 

Llegar hasta aquí no sería posible sin el comportamiento responsable de los gallegos recluidos

Pero llegar hasta aquí no sería posible sin el comportamiento responsable de los gallegos recluidos en muchos casos en condiciones precarias de habitabilidad. Las imágenes insólitas de las ciudades y carreteras desiertas eran la prueba de la conducta ejemplar de los ciudadanos confinados en sus casas siguiendo las directrices de las autoridades sanitarias y políticas. 

La experiencia de los últimos tres meses fue única para todos, aunque es pronto para saber qué cambios provocará la pandemia en la sociedad y en cada uno. En palabras de Emilio Lledó, ojalá sirva para «revisar prioridades e ir a un nuevo horizonte de cultura y educación» que distinga entre lo importante para nuestras vidas y las banalidades de la realidad prosaica que nos ocupan con frecuencia. 

Pero hoy no es día de ponerse trascendentes. Hoy procede celebrar la vuelta de Galicia a la normalidad gracias a la conjunción de una buena dirección política, de muchos profesionales y de la responsabilidad de los gallegos. Juan Valderrama grabó una canción cuya letra llamaba a la esperanza en los días de confinamiento: «Que vuelvan los besos, las risas, las voces y los bares llenos… Que vuelva el abrazo, el aplauso, los goles, que vuelvan, por Dios, los niños al cole… Que vuelva la alegría, que se vaya la pena… Canta y no llores que la vida está llena de cosas pequeñas…». 

Esas cosas pequeñas son la vieja-nueva normalidad que vuelve a Galicia. Que se queden ya depende de nosotros. 

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