Opinión

Una campaña infame

No suelo tumbarme al sol en las playas en las que, como decía el profesor Juan José Moralejo, "hay mucha arena", pero a lo largo de mi vida he tomado baños de sol, de arena y de agua en arenales gallegos y de muchas playas de España compartiendo espacio con hombres, mujeres y niños donde cada uno busca su rincón para 'captar', de la forma que le parecía conveniente, los bronceadores rayos solares. En todos esos arenales jamás presencié un comentario despectivo hacia una mujer —o hacia un hombre— que exponían sus cuerpos serranos al sol y a la brisa marina.

En este sentido, si hay algún lugar que nos iguala a todos, ese es la playa. Allí cada uno disfruta del sol y del agua a su manera y sin complejo alguno, ya sean gordos o flacos, con más o menos años, con la piel tersa o arrugada por la huella implacable que el tiempo deja en nosotros.

Por eso, como decía el actor Simón Cabido cuando interpretaba a doña Croqueta, la excéntrica y grotesca turista americana, "my no comprender" la campaña del Ministerio de Igualdad "El verano también es nuestro" que, según dicen, pretende "reivindicar un verano para todas, sin estereotipos y sin violencia estética contra nuestros cuerpos".

¡Pues claro que el verano es nuestro!, es de todos, de hombres y mujeres con diversidad de cuerpos, una verdad obviedad que este Ministerio parece haber descubierto ahora. La infamia es mayor porque varias señoras que ilustran esa campaña denunciaron que utilizaron sus imágenes sin su consentimiento y las han manipulado descaradamente.

El Ministerio de Igualdad tiene una mirada sucia y ve cuerpos de mujer gordos o mutilados donde los demás vemos personas, seres humanos que disfrutan de la playa y no necesitan defensa porque no tienen enemigos. La mente retorcida de la ministra y sus colaboradores les lleva a pensar en españoles asilvestrados que en las playas se burlan de las mujeres que tienen unos kilos de más o algún defecto físico, lo que no es verdad, y se lanzan a proteger a esas personas de agresores que no existen.

En cuanto a la campaña en sí, utilizar y manipular fotografías de señoras sin su permiso, además de ser una chapuza, es una ilegalidad que desacredita a ese Ministerio y avergüenza a los españoles de bien.

Es difícil encontrar una campaña tan burda como esta. Lleva a pensar que quienes la diseñaron y aprobaron viven acomplejados y creen que ellos han inventado la igualdad, que las personas normales venimos respetando.

¿Alguna dimisión, despido o cese fulminante después de tanto ridículo? Nada, ni siquiera una explicación de la ministra.

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