Opinión

Servicios de Correos y Renfe

PUBLICABA LA prensa hace unos días que cartas con origen y destino en Galicia se clasificarán en Valladolid antes de su reparto porque Correos eliminó máquinas clasificadoras en el centro de tratamiento de correspondencia de Lavacolla

La secretaria regional de UGT Postal explicó las consecuencias de esta decisión: "Una carta de Padrón a Santiago se trabajaba en el Centro de Tratamiento Automatizado (CTA) de Correos en Lavacolla, y al día siguiente estaba en Santiago lista para el reparto. Tras esta operación tardará una media de cuatro días: de Lavacolla irá a Valladolid, se trabajará y volverá a Lavacolla para enviarla a Santiago, su destino". 

Sorprende que los responsables digan que los cambios se deben a "medidas organizativas internas que buscan mejorar la eficiencia y calidad de servicio". No parece que llevar fardos de cartas a Valladolid y volver a traerlas a Santiago imprima más rapidez a la entrega de correspondencia, que en esto consiste la eficacia y calidad de Correos.  

El propio Gobierno deberían instar, y hasta exigir, a los responsables las dos compañías que en la gestión apliquen el sentido común

Otra decisión descabellada se está produciendo con los horarios de los trenes que circulan por Galicia que, por su rapidez, son el medio de transporte ideal para muchos trabajadores y estudiantes que tienen que desplazarse entre Coruña, Santiago, Pontevedra y Vigo y entre Ourense, Santiago y A Coruña por razones laborales y de estudias.    

Pues va ser que no. Las frecuencias y horario de los trenes cambiados por Renfe en   diciembre no responden a los horarios laborales y estudiantiles. "Son una locura, no piensan ni por asomo en la gente trabajadora", dicen usuarios habituales que tienen que buscar alternativas de viaje en coche compartido o autobús, lo que implica más tiempo, mayor riesgo y más gasto. 

Tanto la reestructuración del centro de Correos, como los nuevos horarios de trenes, son decisiones tomadas desde confortables despachos que carecen de lógica y es imposible entender, aunque dirigentes de ambas compañías traten de explicarlo. Es más incomprensible aún porque Correos y Renfe son empresas públicas cuya razón de ser es dar la atención a los ciudadanos que hasta perdonan sus pérdidas millonarias, que serían menores si restablecieran los servicios que necesitan los usuarios. 

Ni la distribución de las cartas, ni los horarios de los trenes son competencias del gobierno de Galicia. Pero el propio Gobierno y demás políticos gallegos deberían instar, y hasta exigir, a los responsables las dos compañías que en la gestión apliquen el sentido común que dicta ofrecer siempre el mejor servicio que los ciudadanos merecen. No es mucho pedir.  

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