Opinión

Salarios de seis cifras

EL PRESIDENTE del Gobierno criticó con dureza los sueldos de los directivos de los bancos que "están expulsando fuerza de trabajo mientras ellos ganan salarios de seis cifras" y la vicepresidenta Calviño instó al Banco de España a que limite esos sueldos. Son dos arremetidas que merecen unas anotaciones.

Una. Desde el punto de vista legal, los salarios de los banqueros los aprueban los accionistas, dueños de los bancos. Así son las leyes del mercado y la libertad de las empresas.

Dos. El presidente y la vicepresidenta pueden apelar a la "prudencia" de consejeros y directivos para que fijen salarios acordes con la evolución del sector y de la economía, pero también tienen mecanismos para regularlos. Por tanto, no es coherente que ambos critiquen los excesos salariales de los banqueros cuando está en sus manos intervenir de alguna forma sobre ellos.

Tres. Desde la ética, llama tanto la atención la generosidad de los consejos de administración con los directivos como la cicatería con el resto de los trabajadores y no solo en la banca. Según datos enviados por las cotizadas a la CNMV, entre las que hay varios bancos, los altos ejecutivos del ibex cobraron una media de 4,3 millones de euros el año pasado, lo que equivale a 86 veces más que sus empleados, una brecha salarial insultante. los curritos de base también contribuyen a los beneficios de la compañía y reciben salarios muy apretados.

Cuatro. No es fácil entender la ofensiva gubernamental contra los salarios de directivos de banca y de grandes empresas cuando los presidentes de empresas públicas nombrados por el mismo Gobierno también cobran sueldos de seis cifras. Es el caso de red Eléctrica, la Sepi, loterías, Navantia, Ensa, grupo Enusa, RTVE, Correos y otras, la última, Indra.

Cinco. Con una diferencia sustancial. los directivos del ibex son seleccionados por su trayectoria profesional, han de demostrar a diario competencia gerencial y cobran por su nivel de responsabilidad y aportación a los resultados de la empresa.

Por el contrario, en los nombramientos que hace el Gobierno para dirigir las empresas públicas se valoran el amiguismo y la lealtad política y cuentan poco las aptitudes para desempeñar el cargo. Un agrónomo, una enfermera, un abogado o un filósofo sin una trayectoria profesional acreditada no tienen el perfil adecuado para dirigir las compañías de alta tecnología.

Presidente y vicepresidenta tienen razón, es necesario ajustar los salarios a la situación del país. Pero, por coherencia, deberían empezar por las empresas que controla el Gobierno. 

Comentarios