Opinión

Quieren ser emprendedores

HACE POCOS DÍAS se presentó el estudio ‘Radiografía de la Universidad española: Liderazgo emprendedor e innovación’ elaborado por la empresa demoscópica GAD3, que es resultado de 8.600 entrevistas a universitarios y estudiantes de Formación Profesional españoles que representan un universo de 1,7 millones de jóvenes.

La principal conclusión del estudio -con menos eco en los medios de comunicación que las encuestas políticas- es que los estudiantes españoles tienen más espíritu emprendedor que vocación de funcionarios. Casi un 27 por cien de los jóvenes titulados tiene pensado crear su propia empresa en el plazo de cinco a diez años -quieren ser su propio jefe-, mientras que un 25,2 por cien aspiran a ser funcionarios -buscan seguridad laboral-. El resto se ve trabajando en una multinacional, en una pequeña empresa o en su negocio familiar y un 14 por ciento se muestra indeciso.

Explica Narciso Michavila, responsable la empresa demoscópica, que el resurgimiento de ese espíritu emprendedor se debe, en gran medida, a que los universitarios son conscientes de la situación del mercado laboral y por eso muchos ven como única salida posible crear su propia empresa.

A la hora de incorporarse a la vida laboral -otra conclusión del estudio- los jóvenes aspiran a realizar un trabajo que les agrade y poder aplicar sus capacidades trabajando en algo relacionado con los estudios realizados. También valoran el salario, tener independencia, tomar decisiones y poseer un plan de desarrollo personal.

Tiene mucho mérito que, con la que está cayendo, los jóvenes estudiantes no desesperen y mantengan la ilusión. Les ha tocado vivir la crisis económica en plena adolescencia y ahora, en su primera juventud, les toca pagar sus consecuencias, la más dramática de las cuales es el paro que les afecta sobremanera.

El mercado laboral es tan cruel con ellos que son legión los jóvenes ingenieros, biólogos, físicos o historiadores, con brillantes expedientes académicos, que están condenados a la emigración o desempeñan trabajos que nada tienen que ver con su formación y en precariedad contractual y salarial, lo que les impide realizar sus proyectos personales y familiares.

No es fácil entender cómo esta sociedad invierte ingentes cantidades de recursos en formar a los jóvenes para desentenderse después de ellos y dejar que caiga en el desánimo y la frustración su activo más importante, los que serán sus dirigentes mañana.

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