Opinión

Necio-nalismo

CONOCÍ A UN compatriota que vivía en una aldea de la Galicia interior rodeado de montañas que impedían divisar otros horizontes, pero él leía el periódico y algunos libros que le conectaban con el mundo. Por eso solía recomendar a sus hijos: "Que os montes que rodean a nosa aldea non vos impidan ver o mundo". 

Con esa metáfora quería inculcar a sus vástagos que más allá del terruño hay vida y vida inteligente. Hay personas portadoras de otras culturas, con pautas de comportamiento distintas que, apostillaba, "no solo hay que respetar, sino de las que hay que aprender para enriquecernos". 

Aquel paisano fue un adelantado que, a su manera, con su inteligencia natural, supo anticiparse a la globalización en la que estamos inmersos que nos hace ciudadanos del mundo, habitantes de la "aldea global" que acuñó otro visionario, Marshal McLuhan. 

En Soy vascohablante, ¿y tú?, cantantes, artistas, actores y políticos vierten sus opiniones y no se privan de burlarse, menospreciar e insultar al resto de los españoles

Me acordé del sabio consejo de aquel gallego nada más conocer el contenido del programa de la Televisión Vasca Soy vascohablante, ¿y tú?, en el que cantantes, artistas, actores y políticos vierten sus opiniones y no se privan de burlarse, menospreciar e insultar al resto de los españoles –ellos también lo son– clasificándolos como fachas, paletos, chonis o progres. También opinan sobre los símbolos, la bandera e himno de España, que no salen mejor parados, los detestan con expresiones insultantes e insolentes. 

No se debe caer en las mismas descalificaciones que criticamos, pero un análisis desapasionado lleva a la conclusión de que la estupidez, que no tiene fronteras, siempre acaba en el mal gusto que nunca toca fondo. Los impulsores y protagonistas de este programa dan muestras de poseer una mente enferma, tan primitiva que les lleva a pensar que para exaltar su nacionalismo hay que denigrar, despreciar y herir a los demás españoles que, por nacer en otras localidades, no tienen el pedigrí de aquella tierra. 

Estos personajes han convertido a un país acogedor y hermoso como Euskadi en su "pequeña aldea rodeada de montañas" mentales y desde su nacionalismo particularista y empobrecedor emulan a Trump, construyen muros virtuales y cierran fronteras para no mezclarse con el que consideran inferior al que desprecian. 

Son las formas del necio-nalismo que regresa a la tribu, a su mundo pequeño y sórdido desde el que es incapaz –son incapaces– de ver la realidad de lo que ocurre en el universo. Si don Ciprián de Penalva pudiera verlos diría con su retranca galaica: ¡pobriños!

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