Opinión

Juicio a una época

EN UNA SALA de la Audiencia Nacional se sienta la ‘beautiful people’ de las finanzas, del empresariado y de los sindicatos, miembros del Consejo de la Caja Madrid-Bankia después rescatada, usuarios de las tarjetas black; en otra, los ‘señores’ de la primera etapa de la operación Gürtel. Las imágenes publicadas de ambas salas tienen la fuerza expresiva de ser ‘las fotos de la corrupción’ de una etapa negra de la historia de España.

Lo positivo del macroproceso es que estos individuos, los de las tarjetas y los de la Gürtel, que parecían personas honorables, están hoy ante la justicia, lo que significa que en España la impunidad no existe y el que la hace acaba en el banquillo. Claro que después de pagar tributo tan alto como es la desafección de gran parte de los ciudadanos que perdieron la fe en la clase dirigente y en las instituciones, y de allanar el camino a los charlatanes populistas.

Estos juicios cerrarán un capítulo de la corrupción, pero siguen abiertos muchos casos, con sus derivaciones y piezas sueltas, de aquella época y posteriores. Erradicarla de las entrañas de la política y de la sociedad es una ‘cuestión de Estado’ y como tal debería ser tratada por el Gobierno, los líderes políticos, empresariales y sindicales.

¿Cómo? Con una especie de ‘ley de punto final’ que no significa ‘borrón y cuenta nueva’, sino llevar al Congreso de los Diputados actuaciones en tres capítulos. El primero, que todos los actores -políticos, sindicalistas y organizaciones empresariales- pidan perdón a la sociedad por los casos de corrupción. En segundo lugar, compromiso firme de un mayor rigor y control para que esto no vuelva a ocurrir, implementando las recomendaciones -desoídas hasta ahora- del Grupo de Estados contra la Corrupción del Consejo de Europa para luchar contra este mal en la judicatura y en la política. Por último, compromiso de colaboración firme con la justicia en los casos que quedan por juzgar para que nada quede impune.

Tal como está de revuelto el patio político, empresarial y sindical hacer esta propuesta seguramente es una ingenuidad. Pero es el camino para la regeneración de la vida pública, para recuperar la confianza en las instituciones y para devolver la dignidad al ejercicio de la política. Seguir utilizando la corrupción como arma para denigrar al rival solo conduce a enfangarse más en el barro del ‘duelo a garrotazos’, la imagen tan española de la memorable pintura de Goya.

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