Opinión

Empleos estables y de calidad

LOS GALLEGOS siguen sin notar en sus casas la mejoría económica. ¿Qué les dice?", preguntaba la periodista Natalia Rodríguez al presidente de la Xunta. "Que tienen razón, porque hay muchos que tienen trabajo y cobran menos que antes", contestaba el mandatario.

Con estas palabras el presidente se hacía eco de una de las consecuencias de la crisis, la llamada ‘devaluación interna’ que viene a ser la rebaja generalizada de prestaciones y servicios y en su genuino significado se aplica al ajuste de los costes laborales, singularmente los salarios, en aras de la competitividad y productividad de las empresas.

Más allá de la cifra del salario medio, que es un dato estadístico, después de la reforma laboral en materia de relaciones laborales estamos retrocediendo a épocas que creíamos superadas tanto en contrataciones y condiciones de trabajo, como en seguridad en el empleo y retribuciones que en muchos casos son de miseria.

En una viñeta de humor negro reflexionan dos empresarios "les ofrecemos salarios mínimos con condiciones pésimas y aún los cogen, hay que apretar más". La reflexión está en la línea de aquel ex presidente de la CEOE que proponía como remedio para acabar con la crisis "trabajar más y cobrar menos", una frase lapidaria que sirve de tarjeta de presentación del capitalismo salvaje en su más genuina manifestación.

La crisis ha engendrado la nueva clase social de los ‘trabajadores pobres’ con empleos precarios que no alcanzan para que millones de familias lleguen a fin de mes

La crisis ha engendrado la nueva clase social de los ‘trabajadores pobres’ con empleos precarios que no solo no contribuyen a reactivar el consumo, clave para la recuperación, sino que no alcanzan para que millones de familias lleguen a fin de mes. El movimiento indignado lo expresaba gráficamente en una pancarta: "me sobra mes para tan poco sueldo".

Hay más efectos secundarios o daños colaterales de la devaluación salarial que trajo la reforma laboral. Como el déficit de las cuentas públicas que se nutren de las cotizaciones e impuestos de las empresas y trabajadores y con tanta precarización laboral y salarial el Estado no recauda para hacer frente a los ingentes compromisos de gasto. Entre ellos el de las pensiones, piedra angular del Estado de bienestar, que corren peligro severo con el déficit creciente de la Seguridad Social.

La salida de la crisis pasa por recuperar empleos estables y de calidad que garantizan la dignidad de los trabajadores, la existencia de las empresas y la supervivencia del propio sistema. Es una de las asignaturas pendientes de esta fase de crecimiento.

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