Opinión

Diecisiete Españas

¿Es sostenible la actual estructura del Estado con la mastodóntica administración central, 17 'mini estados', las diputaciones y miles de ayuntamientos?

PARAFRASEANDO A Pedro Ruiz, España ha pasado de ser "una, grande y libre" a diecisiete Españas pequeñas, de las que quince están ahora cabreadas y preocupadas por algo tan prosaico como el dinero para poder prestar servicios a sus ciudadanos.

Cabreadas por el oscurantismo en el cálculo ‘bilateral’ del cupo que, de nuevo, otorga un trato beneficioso al País Vasco, segundo en renta per cápita y receptor neto de fondos. Preocupadas porque cuando Cataluña pregunte "qué hay de lo mío", seguro que habrá un trato diferencial en forma de cupo o quita de la deuda, que ya se pide en vísperas electorales. Si eso ocurre se premiará la mala gestión y el endeudamiento sin límites para financiar embajadas, referendos y el largo procés secesionista. Es el premio al despilfarro y al derroche.

Este trato privilegiado a País Vasco, Navarra y probablemente a Cataluña, atenta contra la solidaridad entre regiones, la igualdad entre los españoles, vivan donde vivan, y debilita la fortaleza del propio Estado. Y es un agravio comparativo a comunidades como Galicia que cumplió con esfuerzo sus compromisos.

¿Qué queda para las demás autonomías? Perdonen la licencia coloquial: a las demás, "¡que les den!", porque no parece que Montoro tenga el don de la taumaturgia para mantener esos privilegios y financiar las competencias de las quince restantes al coste real de los servicios y teniendo en cuenta las peculiaridades territoriales.

Pero la política a veces resuelve problemas complejos y puede ocurrir que la chequera del ministro obre el milagro de ‘encajar’ las piezas del puzle aplicando criterios de igualdad entre los españoles que, dice el presidente feijoo, es un precepto "tan constitucional como el concierto vasco".

Financiación justa y sin privilegios es lo que pedían el lunes los presidentes de Galicia, Asturias y Catilla León en una cumbre oportuna buscando acuerdos y sinergias entre vecinos para mantener el progreso económico y el bienestar social, que es el gran logro de las autonomías.

Dicho esto, ¿es sostenible la actual estructura del Estado con la mastodóntica administración central, 17 ‘mini estados’ con 17 parlamentos y sus administraciones y chiringuitos, las diputaciones y miles de ayuntamientos? La pregunta puede ser incómoda, pero es pertinente. Si se analiza el nivel de ingresos del Estado, el volumen del gasto y la escalada de la deuda pública hay que echarse a temblar. Cualquier empresa estaría quebrada.
 

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