Opinión

¿Cuándo llegará el Ave?

HERMANO LOBO, la revista de humor que nació en el tardofranquismo, tenía una sección en la que formulaba al cánido 7 preguntas plenas de ironía que provocaban una sonrisa en los lectores cuando la dictadura daba los últimos estertores. La pregunta socorrida que se repetía en cada número era "para cuando la amnistía o cuando desaparecerá la censura" y la respuesta del Lobo siempre era la misma: "El año que viene si Dios quiere". 

Me acordé de aquel "semanario de humor dentro de lo que cabe" la semana pasada cuando el ministro de Fomento ofertó un tren de alta velocidad a Galicia devaluado a su paso por Ourense –ganar cuatro minutos no compensa una inversión de 600 millones de euros– y habló de un nuevo retraso, el enésimo, en esta infraestructura. 

Apuesto a que el presidente de la Xunta está pensando "líbreme Dios de mis amigos del PP que de mis enemigos de la oposición me libro yo"

Como aquellos humoristas de Hermano Lobo, los gallegos preguntamos, con más indignación que humor, ¿cuándo tendrá Galicia el tren de alta velocidad del que ya disfruta el 61 por cien de los españoles?. La respuesta es la misma del Lobo: "el año que viene, si Dios quiere" que, como ocurría con la amnistía en la dictadura, quiere decir "ad calendas ministeriales", un plazo indefinido e indeterminado que en lenguaje políticamente correcto equivale a "cuando toque". 

El ministro rectificó 24 horas después pero, diga lo que diga, ya nada es creíble porque desde que se colocó la primera traviesa todos sus antecesores en el Gobierno de España crearon expectativas de llegada del Ave para distintos años –2008, 2012, 2015 y 2018– y la historia de este tren es una sucesión de incumplimientos reiterados y ninguneo sistemático a Galicia. 

En el mismo programa de TVE De la Serna afirmó que las ocho autopistas quebradas y en riesgo de liquidación, la mayoría del entorno de Madrid, serán rescatadas por el Estado. Es decir, los españoles salvaremos al "soldado Ryan" de las potentes constructoras y bancos cuyo coste se estima será de 5.500 millones de euros, unas calderillas comparado con los 600 millones que dijo costaría la variante de Ourense. 

El presidente de la Xunta ya no necesita esperar a enero para conocer los planes y plazos del Ave. Apuesto a que el mandatario gallego está pensando "líbreme Dios de mis amigos del PP que de mis enemigos de la oposición me libro yo". Y seguro que también es consciente de que esta andanada del ministro "a traición" anticipa nuevos retrasos y graves incumplimientos con lo comprometido con Galicia. En sus manos está evitarlo.

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