Opinión

Corrupción: pasar página

«AQUÍ PASÓ lo que pasó». Con esta frase, ejemplo señero de comunicación galaica, resumía don Manuel Iglesias Corral todo el proceso de cambio de gobierno en Galicia en 1987.

Me acordé de la expresión del prócer coruñés la semana pasada cuando el juez procesó a dos ex presidentes y 24 exaltos cargos de la Junta de Andalucía por el monumental fraude de los Ere. Esta decisión judicial representa una causa general a toda una etapa política por uno de los mayores escándalos económicos y es la gota que colma el vaso de la corrupción que acaba con la capacidad ciudadana para digerirla.

«Aquí pasó lo que pasó»: en Andalucía, en Cataluña, en Madrid, en las Castillas, en Asturias, en Galicia…; en Comunidades y Ayuntamientos; en el PP, en el PSOE, en la CiU que ya no existe y en IU; en Sindicatos y organizaciones empresariales; en entidades públicas y empresas privadas. Pero el mal no solo está enraizado en «la casta, los representantes del régimen del 78 o en los de arriba», como señalaban los nuevos políticos que venían para salvar al país. Muchos de estos en pocos meses en el poder están dando pruebas fehacientes de nepotismo, amiguismo y clientelismo, otra forma de corrupción que es transversal, afecta a todos y está instalada en las entrañas de la política, de las instituciones y de la sociedad.

Mañana comienza la campaña electoral y todos volverán a utilizar la corrupción para denigrar a los otros y disculpar a los suyos

Llegados a este punto, alcanzado ese nivel de saturación social con tanta práctica indecente, los líderes políticos, sindicales y empresariales -casi todos tienen vergüenzas que tapar-, que demandan regeneración, deberían comparecer ante la opinión pública con tres objetivos. El primero para pedir perdón a la sociedad por la corrupción que, por acción u omisión, protagonizaron todos. Después para expresar su compromiso de colaboración con la justicia para que siga actuando hasta que ningún caso quede impune. El tercer compromiso: «no volverá ocurrir», en palabras del Rey emérito cuando pidió perdón por una historia menor.

Soy consciente de que esta propuesta tiene el mismo recorrido que aquel eslogan de mayo del 68 «sé realista, pide lo imposible», porque mañana comienza la campaña electoral y todos volverán a utilizar la corrupción para denigrar a los otros y disculpar a los suyos. Pero si pasaran página juntos a este triste episodio ganarían credibilidad en la regeneración de la vida y función públicas para recuperar el ejercicio de la política como oficio digno y útil en el servicio a los ciudadanos.

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