Opinión

Alumnos ilustres

"¡Qué abominable injusticia perseguir a un hombre por tan ligera bagatela! No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo". Esta frase se atribuye a Voltaire que supuestamente la pronunció cuando el filósofo suizo Claude-Adrien Helvétius fue perseguido por masón y por sus ideas deístas.

Tristemente, no escucharemos una expresión parecida de boca de los políticos en esta sociedad tan polarizada. Ellos cultivan poco la tolerancia y agitan la tensión social sin respetar a quienes piensan diferente, a los que ven como enemigos, no como portadores de otros puntos de vista.

Traigo esto a colación a propósito de lo ocurrido en la Universidad Complutense de Madrid que, como en años anteriores, distinguió a antiguos alumnos graduados en la facultad de Ciencias de la Información y destacan en el mundo profesional.

En el año 2019 estaba entre los 'alumnos ilustres' la ministra de Igualdad, Irene Montero, y el acto institucional se desarrolló con normalidad. Pero este año una de las distinguidas era la presidenta de la Comunidad de Madrid y fue recibida por un grupo de estudiantes —y "manifestantes de oficio" venidos de otros lugares— con insultos que van más allá de la mala educación, son un ejemplo de intolerancia que deshonra la institución.

Comentario aparte merece Elisa María Lozano, "la mejor alumna" de Comunicación Audiovisual, designada para intervenir en el acto. Tenía derecho a expresarse libremente y lo hizo. Pero su arenga desordenada, exaltada y cargada de odio contra Díaz Ayuso, el abuso del latiguillo "vale" y el eslogan final "Ayuso pepera, los ilustres están fuera" no son la mejor credencial de su solvencia intelectual. Pero tampoco hay que descartar que estuviera haciendo méritos para que la contrataran en alguna plataforma amiga.

La universidad, que debe ser un templo abierto al pensamiento, a la reflexión y el análisis en un clima de libertad y de respeto, fue asaltada y profanada por unos energúmenos que quisieron convertirla en un gueto de intransigencia, intolerancia y crispación, lo que ellos llaman "jarabe democrático".

Promover un escrache para boicotear cualquier acto en la universidad es muestra de fascismo en estado puro, por eso es grave que nadie del Gobierno, la izquierda y el feminismo haya condenado la agresión verbal a Ayuso. Parece que disfrutaron con la algarada estudiantil y de algunos profesores a la dirigente popular.

Parafraseando a Emilio Lledó, la libertad de expresión —invocada por los manifestantes— se degrada si solo sirve para decir o hacer tonterías.

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