Opinión

El 'plot twist' de las empresas

Hace años que utilizo como frase lapidaria Tecnologizarse o morir.

Y cuando digo lapidaria, lo digo ciñéndome estrictamente al significado de la misma. He intentado construir una frase que por su solemnidad y concisión sea digna de ser grabada a fuego e incluso a sangre en una lápida de negro mármol. No estamos hablando de cualquier cosa, se trata de un tema que, a nuestro país, y especialmente a Galicia, le ha costado sangre, sudor y lágrimas.

Un nuevo anglicismo se ha colado entre las expresiones que usan los jóvenes: el plot twist. Este término hace referencia a un final inesperado, a un desenlace que nadie vio venir. En traducción literal, un "giro de guión".

El plot twist no lo inventaron los jóvenes. Desde hace décadas, autores del cine o la literatura emplean este recurso dramático para crear expectación, intriga, sorpresa o incluso, rechazo, cuando su uso no place al lector o espectador. El plot twist es tan antiguo o más que la fábula de la liebre y la tortuga, donde la primera, en un alarde de seguridad, pierde la carrera contra su lenta contrincante. Frente a la liebre, que pecó de confianza, están los surfistas, quienes conocen bien lo difícil que es mantenerse en la cresta de la ola. Su experiencia les dice que llegar hasta ahí no es fácil y el resultado se esfuma rápidamente. Su éxito es efímero, como el de muchos otros deportistas, más si se interpone en su camino una lesión o cualquier otro problema. Le dedican muchos años a lograr el éxito, un tiempo que le podría tener envidia a aquellos a los que el éxito les llegó de manera inesperada. Muchos de los avances del mundo se deben a casualidades, como frotar una piedra contra otra y conseguir fuego o intentar llegar a Asia por otra ruta y toparse con un nuevo continente. Y este éxito, así como llega, se va. Es efímero. Algunos incluso no logran su minuto de gloria. Dicen que fue Américo Vespucio quien descubrió América. Nadie le recuerda. El éxito no es sólo casualidad o trabajo sino también saber estar en el lugar correcto en el momento adecuado. 

Perder la noción de la realidad es lo que le pasó a Napoleón, que infravaloró el frío de la estepa rusa por un lado y a los bravos españoles por el otro. Desde la óptica europea también se perdió esta noción cuando no se vio venir la victoria de Trump en 2016 y mucho menos, el final de su mandato. Fue un verdadero plot twist que nos enseña que los hechos no son como empiezan, son como acaban.

Al igual que los surfistas, que nunca saben cómo encontrarán el mar, muchas empresas han tenido que enfrentarse a un contexto cambiante y desconocido. Su éxito o su fracaso dependió de su capacidad de reacción y la toma de decisiones consecuentes. Como esos abuelos, que en tiempos de pandemia (o incluso antes), han aprendido a usar las nuevas tecnologías para ver a sus nietos, ¿se han adaptado las empresas a la transformación digital?

En definitiva, la tecnología está detrás, en la mayoría de los casos, de plot twist en las últimas décadas.

Estos cambios de guion no han sido asumidos por muchas empresas, empresarios, directivos, trabajadores, administraciones públicas e incluso países enteros.

Por todo ello en los próximos artículos hablaremos de casos de empresas como: Kodak y Polaroid, Blockbuster, Tower Records, Boo.com, Atari, Blackberry, Motorola o Nokia entre otras, con el objetivo de desgranar las causas que motivaron su fiasco.

Detrás de grandes fracasos y también detrás de grandes éxitos están cuestiones como la resistencia al cambio, el apalancamiento y una especie de fatua soberbia que les hizo girar la cabeza unos noventa grados en vertical y fijar su vista en su propio ombligo.

Tecnologizarse o morir como concepto, y su implicación en la más que necesaria transformación digital, está detrás de todo esto y lo vamos a explicar.

Estoy casi seguro que Chales Darwin estaría de acuerdo.

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