No hay mayor fraude que una mentira. Los mentirosos hacen las mejores promesas y estas son peores que las mentiras porque generan esperanza a las personas que las creen, pero esto poco importa a Pedro Sánchez, que cada día nos ofrece una nueva promesa electoral. Al igual que los magos, se disfraza, derrocha imaginación, sonrisas y mentiras en convencernos de que es el elegido para convertir España en el país próspero, seguro y democrático que le corresponde por historia y geografía.
Promete, promete y promete, pero no cumple. Ni los compromisos electorales ni los acuerdos del Consejo de Ministros se cumplirán, porque su objetivo es solo propagandístico. Todo vale
en el mercadillo de baratijas de las campañas electorales.
Es fascinante leer el relato del Gobierno en materia económica que en exceso optimista que llega a ser insultante. La realidad de las cosas es que el PIB sigue sin recuperar el nivel de 2019, mientras la inmensa mayoría de nuestros vecinos sí lo han hecho. Somos el país que más ha aumentado la deuda pública, el triple que la media de la eurozona. La pérdida de poder adquisitivo de las familias no tiene comparación. La tasa de paro es del 13,2%, la más alta de toda la Unión Europea, con un total de 3.127.800 y un millón de hogares con todos sus miembros desocupados. La economía se salva porque exportamos más porque el mundo crece mucho más que nosotros y porque el turismo y la agricultura, a pesar de ser castigados por las políticas del Ejecutivo, mantienen el país a flote.
Pedro Sánchez ha decidido convertir la vivienda pública en una de sus principales bazas electorales. En una suerte de milagro de los panes y los pisos, anuncia la construcción de miles, a pesar de que, tras cinco años al frente del Gobierno y cuatro de legislatura, no ha levantado ni una caseta de obra.
La nueva ley de vivienda legitima la okupación, ampara a los usurpadores de bienes inmuebles, ataca el derecho de propiedad privada recogido en la Constitución, genera inseguridad jurídica a inversores y propietarios y perjudica gravemente los alquileres que serán menos y más caros por más que se limiten los precios. Esta norma redactada por Podemos y Bildu, con un sesgo comunista y populista, da la razón a los que advierten de la cubanización y venezuelización de España con la venia de Sánchez y la connivencia del PSOE.
Al igual que con la ley del solo sí es sí, el Gobierno tampoco ha tenido en cuenta el informe del Consejo General del Poder Judicial que pone en duda la constitucionalidad de la norma, por invadir competencias exclusivas sobre la vivienda que la Carta Magna otorga a las comunidades autónomas.
Este es Pedro Sánchez en estado puro. Un vendedor de humo, simpático, sonriente, experto en juegos malabares y bálsamos de Fierabrás. Personajes así abundan en nuestra literatura, aunque pocos alcanzan su virtuosismo, convencido de que puede engañar a todos y gobernar una nación aliándose con quienes no creen en ella. En él todo es mentira, pero después de las elecciones municipales y generales, sabremos si las trolas reiteradas a la que nos ha acostumbrado y las palabras incumplidas tantas veces no tienen castigo en las urnas, como él cree, o por el contrario resultan determinantes para desalojarle del Gobierno.