Opinión

Impunidad de la necedad

No dimitirá ni tampoco le cesarán. No se cansen. Tras su polémica entrevista al diario inglés The Guardian, Alberto Garzón, ministro de Consumo, sigue pensando que afirmar en un medio internacional que una parte de la carne producida en España es de mala calidad no ofrece motivo para el escándalo. Además, se ha reafirmado en que tales declaraciones se hicieron en calidad de Ministro y no a título personal, como ha querido matizar sin demasiado éxito la ministra de Educación, Pilar Alegría. 

En esto tiene razón Garzón, porque el cargo es el cargo, no se puede elegir cuando se ostenta y cuando no. Las declaraciones de un ministro, sus actos, o incluso lo que hace en sus ratos de ocio tienen alcance público acorde a la institución que representa. Esas son las reglas del juego, la política tiene sus cosas buenas, y otras no tanto, pero si entras eso es lo que hay. Como en la vida, desde un gobierno, hay cosas que puedes pensar, pero no debes decir, por puro sentido de la responsabilidad pública.

Además, el diario británico no incluyó en sus páginas las declaraciones de un ciudadano anónimo, activista, algo locuaz, metepatas y con gusto por chapotear en el fango de la idiotez, sino las de un Ministro del Gobierno de España. 

Las declaraciones de un ministro, sus actos, o incluso lo que hace en sus ratos de ocio, tienen alcance público acorde a la institución que representa

No sé si Alberto Garzón es un canalla por poner en entredicho a la industria cárnica española, o un ingenuo por dar lugar a que un periodista coloque un titular absolutamente nocivo para nuestros intereses. Nada mejor que un ministro español poniendo a caldo a sectores exportadores de su país en un diario extranjero, ¡ni siquiera planeándolo podría salir mejor!

Su constante ejercicio de agudeza imaginativa, le han convertido en una amenaza de primer orden para la economía y la Marca España. No recuerdo un ministro más torpe y tóxico que cada cosa que organiza es un fracaso. Lo de los juguetes fue un desastre, lo del consumo de carne fue un desastre, sus recetas saludables fueron un desastre, todo lo que hace es un desastre. Y lo es porque son ocurrencias o asuntos de importancia relativa que no despiertan el más mínimo interés y él trata de convertir en asuntos de enorme trascendencia. 

En cualquier caso y en honor a la verdad tendríamos que ser comprensivos con él por dos motivos. Primero, porque no debe ser fácil llenar una jornada laboral cuando te han dado menos de la mitad de un cuarto de ministerio. Y segundo, porque el verdadero responsable de este ataque vergonzoso, falsario y perjudicial, no es Garzón, sino el presidente que lo nombró ministro a sabiendas de que no se trataba de una persona de altura, ni con la solvencia necesaria y que ahora le mantiene en el cargo a pesar de haber dado pruebas más que sobradas de mediocridad y superficialidad. Todo sea por salvar el pacto con Podemos y no poner en peligro la poltrona. Parece que si algo caracteriza a la España de Sánchez es la impunidad de la necedad.

Además, señor Garzón, ¿qué le han hecho a usted las vacas españolas y su carne? Son simpáticas, apacibles, hermosas, con nombre propio y hasta tienen una canción, La vaca lechera, obra de Fernando García Morillo, traducido a innumerables lenguas, incluso al latín, Lacticiariam habeo vaccam, non tantum vaccam.

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