Opinión

Musk pone nerviosa a la izquierda

La rección a la adquisición por 44.000 millones de dólares de Twitter por Elon Musk, de buena parte de esa izquierda que en todo el mundo se cree en posesión de la Verdad y con derecho a censurar todo aquello que no sea concordante con sus verdades, resulta cuando menos llamativo. 

La decisión del hombre más rico del mundo de realizar esta compra por el equivalente al PIB de cualquier país subdesarrollado ya ha tenido un efecto importante, poner nerviosa a la izquierda que, a través de una artificial pugna por proteger la ética de su mundo global, ha generado un discurso lleno de sentimentalismo, que mezcla la defensa de la democracia, la libertad de expresión, el hambre en el mundo y la ética de la riqueza, para afearle al empresario que no use ese dinero para fines bondadosos. 

En el pasado Google compró YouTube, Mark Zuckerberg compró Instagram y WhatsApp, y que Elon Musk compre ahora Twitter es parte del juego actual de acumulación de poder e influencia, lo que viene a evidenciar que la ‘New Economy’ y las ‘BigTechs’ son el nuevo gran escenario de puja por el poder global.

Tradicionalmente, la izquierda se exaltaba cuando un millonario compraba un medio de comunicación por cuanto sospechaba que, como propietario, limitaría la autonomía de los periodistas y, en consecuencia, su capacidad de informar a los ciudadanos sobre asuntos de crucial importancia para la sociedad. Esto era así desde los tiempos de ‘Ciudadano Kane’, pero ver a columnistas del Washington Post, propiedad de Jeff Bezos, poner el grito en el cielo porque Musk compre Twitter es algo nuevo.

Es para reírse la sarta de disparates que se están expidiendo en este festival del pánico moral. Parece que todo gira en torno a que la izquierda hegemónica, cultural, inclusiva (un 69% de los usuarios de Twitter según un informe del Centro Pew), no puede soportar que alguien como Musk, poco amigo de la dictadura de la corrección posmoderna, haya mostrado su intención de que funcionen las libertades en Twitter del mismo modo que en la vida real, retirando su censura y devolviéndole la libertad de expresión. Piensan que esto beneficia a la derecha y lo temen porque detestan que alguien pueda discutirles su modelo de sociedad. Es por ello que durante mucho tiempo han justificado los excesos censores de la red social del pajarito azul, en aras a proteger la convivencia democrática, de los llamados hate speech (discursos de odio). 

La izquierda está contra Musk, no porque pueda censurarles, sino porque ellos ya no pueden censurar a los demás. Por ello, es una buena noticia que Twitter deje de ser eso que caricaturizan sus críticos, una compañía a la izquierda del Partido Demócrata americano y en la que unos pocos cientos de usuarios imponen la censura de contenidos, cierran cuentas con criterios no ya discutibles, sino dudosamente legales, para convertirse en una red social abierta a todas las opiniones e ideologías políticas.

La reacción inquieta del progresismo globalista me llena de esperanza, porque si de verdad fuesen tan dominantes en el mundo, no tendrían necesidad de estos comportamientos tan desproporcionados.

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