En el peor momento, en vísperas de un proceso electoral, le ha estallado al PSOE el caso Mediador y la salida de España de Ferrovial. Lo de Tito Berni, re-puta-cionalmente (nunca mejor dicho), desarma, otra vez, la supuesta superioridad socialista en la lucha contra la corrupción y evidencia la moral hipócrita de quienes durante el día condenan en el Congreso la prostitución, la trata y la esclavitud sexual y por la noche lo celebran en prostíbulos.
Tío Gilito, el pato adinerado de Disney, tenía tres sobrinos (uno el célebre Donald), Tito Berni tiene otro al que hizo director general. Tío Gilito era tacaño y bronco, Tito Berni, simpático y con el dinero ajeno generoso. Tío Gilito no esnifaba coca, no iba de putas (hubiese ido de patas), ni organizaba fiestas, pero la gran diferencia entre ambos es que él era todo un señor pato, mientras Tito Berni es un hortera de libro.
Hasta aquí un anecdotario jocoso, pero lo verdaderamente preocupante es que, a pesar de estar acusado de cohecho, falsedad documental, blanqueo, tráfico de influencias y pertenencia a grupo criminal, y de convertir el Congreso de los Diputados en centro de una trama de venta de favores, la Fiscalía Anticorrupción no ha pedido para él, medidas cautelares, ni siquiera consintió el registro de su despacho. Pero claro, "¿De quién es la Fiscalía?" ¿Recuerdan la frase de Sánchez? Beneficios de pertenecer al PSOE, porque cuando los imputados eran del PP se les detenía con gran presencia policial y mediática y el asunto abría telediarios.
Tierno Galván decía, con mezcla de cinismo y chufla, que los programas electorales están para no cumplirse. Esta afirmación hizo fortuna y vemos cómo se acepta resignadamente que haya un largo trecho entre las palabras y los hechos. Así, Sánchez ha convertido en santo y seña que las promesas no comprometen, las mentiras no se desmienten y las verdades no se conocen. Por tanto, para quien todo es líquido y múltiple, Tito Berni puede mantener su condición simultánea de putero y feminista.
Lo de Ferrovial de hacer las maletas y buscar un país más seguro jurídicamente, rentable y respetuoso con las empresas, se veía venir. El Gobierno lleva meses jugando con fuego. Este varapalo en vísperas de la presidencia de la UE se traducirá en dudas para los inversores sobre instalarse en España, mientras siga un Gobierno, que echa a sus multinacionales con sus políticas y que insulta a los empresarios a los que tilda de capitalistas despiadados, desalmados codiciosos o parásitos fiscales, por obtener beneficios con los que garantizar la continuidad de sus negocios, incrementar y mantener los puestos de trabajo y contentar a sus accionistas.
En una entrevista en El Debate, John Bolton, quien fuera embajador en la Onu, consejero de Seguridad Nacional con Trump y hoy directivo de uno de los mayores fondos de inversión del mundo, preguntado sobre si animaría a invertir aquí, contestaba: ¿Cómo voy a recomendar a nadie que invierta su dinero en el único país de Europa que tiene comunistas en el Gobierno? ¿Cómo voy a animar a nadie que ponga su dinero en un país en el que el Gobierno es sostenido por un partido creado por terroristas que asesinaban hasta hace nada? ¿Cómo voy a sugerir a nadie que ponga su capital en una nación cuyo Gobierno es sostenido por los que quieren romper esa nación? ¡Pues todo está dicho!