Opinión

De amor y desamor

AL AMOR y al desamor se le dedican un sinfín de obras, ya sean literarias, cinematográficas, o en cualquier otro formato. Nos damos cuenta de que es el sentimiento que, de una u otra forma, está más presente en la historia del ser humano. Nos pasamos la vida buscando la pareja perfecta y cuando la encontramos, nos acomodamos y ¿qué hacemos? Pues en muchos casos, perderla. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021 se registraron 90.582 casos de nulidad matrimonial, separación y divorcio, lo que supuso un aumento del 13,2% respecto al año anterior y una tasa de casi dos por cada 1.000 habitantes. La duración media de los matrimonios es de 16,5 años, inferior a la del año anterior y cayendo.

"No puedo vivir contigo ni sin ti", este es el estribillo de una canción de U2, de 1987, que según la revista Rolling Stone es una de las 500 mejores canciones de todos los tiempos. A día de hoy para algunos es todo un himno y una declaración sobre nuestra incapacidad para estar en pareja. Es curioso escuchar también tras las rupturas, aquello de "Se nos acabó el amor". Así, sin más, como quien se queda a la mitad de la ducha, porque no hay más agua caliente. Realmente uno se pregunta: ¿Esto es así?, ¿podemos ser felices en pareja?, ¿por qué son tan complicadas las relaciones?, ¿por qué se terminan?

Suele suceder que las relaciones tienen tres etapas: una primera en la que el enamoramiento no deja ver los defectos del otro; una segunda en la que esos defectos comienzan a aparecer y nos preguntamos si no nos habremos equivocado en la elección; y una tercera en la que ya "sólo" se ven los defectos. Multiplicamos la mota en el ojo ajeno y no percibimos la viga en el propio. Craso error, porque como dice un proverbio latino: "El que desee un caballo sin defecto que marche a pie".

Por fortuna, no siempre es así, y uno se encuentra personas que han aprendido a ver las virtudes de los demás y saben poner entre paréntesis sus defectos. Algo muy acertado, porque pocos resistirían la visión sincera de ponerse delante de un espejo y reconocerse tal cual son. A pesar de todo, no resulta tarea fácil sabernos poseedores de defectos que molestan a los demás, porque normalmente, los amigos no nos dicen cuáles son, para que no suframos, y los enemigos se alegran especialmente de que persistan.

Las relaciones de pareja, al igual que el resto, se construyen día a día, tanto con lo que hacemos como con lo que dejamos de hacer, y aunque no parece que haya fórmulas mágicas para perpetuar el amor, sí que hay algunas pistas: lograr acuerdos satisfactorios para ambas partes, respetar y valorar los sentimientos, generar confianza, tener una comunicación fluida, ser honestos, respetar las necesidades propias y de la pareja, mantener espacios privados y compartidos, asumir que las personas, como las relaciones, evolucionan también, ser conscientes de cómo nos afecta la rutina y la monotonía, usar el refuerzo positivo en lugar del reproche o ser asertivos.

En resumen, el truco está en descubrir que amamos cuando nos convertimos en cómplices del bienestar del otro. Con esa visión hay que trabajar para que la estructura sea cada vez más sólida y no exista vendaval capaz de derribarla. Los temporales son inevitables, la calidad de los cimientos será lo determinante.

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