Opinión

El artista Pedro Sánchez

El presidente del Gobierno es un artista. Viaja a EE.UU., corazón de las tinieblas capitalistas ejerciendo de viajante de comercio con su mejor sonrisa y porte de jefe de sección de grandes almacenes, para cortejar a los tiburones de Wall Street, a la par que aprueba con sus socios de Podemos una tasa contra ‘los ricos’, un verdadero ejercicio de filibusterismo político.

Mientras en España alardea de quitarse la corbata por el cambio climático, en Nueva York se la pone para rendir pleitesía a Bill y Melinda Gates. Mientras en España su partido ataca a Moreno Bonilla por retirar el impuesto de Patrimonio y recaudar 98 millones menos, lo que presuntamente provocará que los andaluces pierdan importantes prestaciones sociales, él graciosamente regala 130 millones a la Fundación Gates. 

Parece ser que los multimillonarios norteamericanos sí pueden recibir dinero de nuestros impuestos, pero los andaluces que generan riqueza en su tierra, no. Así de asimétrico es el socialismo español. Hasta para pedir indultos es soberbio e injusto. Por cierto, no olviden que el dinero de los impuestos es nuestro, de los ciudadanos, ya que los pagamos rigurosamente cuando toca. Sánchez, por su parte, lo malgasta, como corresponde al narciso caprichoso que lleva dentro.

El clímax de la gran gira por Manhattan llegó con su encuentro con el banco JP Morgan y diversos fondos de inversión, con el propósito de animarlos a invertir en España. Tomando por perfectos necios a los representantes de lo más granado del capital global, Sánchez intentó venderles las bondades de la España ‘progresista’ como paraíso para invertir. Lo que sucede es que si lo que buscas es conseguir que los amos del dinero mundial, inviertan en tu país (un país gobernado por socialistas desnortados y comunistas de libro), mala tarjeta de presentación es que preconices una fiscalidad abusiva y anticapitalista, que se cambie la reforma laboral, que la ley de vivienda permita que se les ‘okupen’ sus inmuebles, que no se garantice la seguridad jurídica cambiando las reglas a mitad de juego, o que no se respete a los tribunales. Porque en sentido contrario dudo que se peleen en Wall Street por invertir en la España del bolivarismo Robin Hood. 

Inasequible al desaliento, y fiel a su práctica más querida (mentir como respirar), tras la reunión explicó en Twitter que les había dado cuenta de las «buenas perspectivas económicas de nuestro país» (el único grande de la UE que no ha recuperado todavía el PIB precovid y el de mayor inflación). También que «somos el país más avanzado de Europa en la ejecución de los fondos europeos», precisamente cuando desde Bruselas reprochan al Gobierno el preocupante retraso en la distribución de esos fondos. La triste realidad es que no se fían de él. No se fían de quien tiene en el Gobierno a un socio que les ha declarado la guerra y no se fían de quien cambia principios por poder. 

Quien debió realizar ese viaje y con un programa más ambicioso era el Rey, que conserva la reputación y el prestigio necesarios para abrir puertas con la misma eficacia que lo hizo su padre durante 40 años. Pero como Sánchez no quiere que nadie le haga sombra y mantiene a Felipe VI en la soledad de los montes del Pardo. 

Mientras tanto, los jerarcas de los fondos de inversión de Wall Street todavía siguen recuperándose del ataque de risa que les provocó Pedro I ‘el Grande’.

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