Opinión

Vencejos

Son el símbolo de la total libertad, de la movilidad más absoluta. Surcan los cielos sin parar, pues se alimentan, duermen y aparean en el aire

SERÍA UNA aberración que el confinamiento se prolongase cuando ellos ya están aquí, recién llegados de sus cuarteles de invierno africanos. Ellos, los vencejos, el símbolo de la total libertad, de la movilidad más absoluta. Surcan los cielos sin parar, muchos sin posarse desde su primer vuelo hasta el último, pues recordemos que se alimentan, duermen y aparean en el aire.

Sus negras siluetas haciendo quiebros y fintas, sus continuos chillidos sobre la ciudad, con el centro de operaciones en torno a la muralla, son una llamada para que abandonemos la oscura reclusión en la que llevamos tantas semanas. Con todas las precauciones, pero que salgamos y podamos desplazarnos, como en tantos otros países europeos. Aunque el agudo observador Manolo

Calvo ya vio una avanzadilla el 19 de abril, la mayoría de los vencejos llegan con mayo, puntuales en su cita anual. Y nos empujan hacia la libertad, nunca tan gloriosa como la suya.

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