Opinión

Trump, Biden y yo

SIGUIENDO EL sabio dicho de El burro delante etcétera, empiezo por yo. Siempre fui bastante partidario de Estados Unidos, ya desde pequeñito. Naturalmente, porque estoy colonizado (y, encima, con gusto) por su magnífica e implacable maquinaria propagandística. El 90 por ciento de mis películas favoritas eran y son americanas; los tebeos de Hazañas Bélicas me adoctrinaron en que los americanos eran los buenos (y lo eran) en la Segunda Guerra Mundial; los atletas americanos ganaban la mayoría de las medallas en los juegos olímpicos y yo vibraba en el pódium con su himno y la bandera de barras y estrellas. Y así. Ese americanismo se reafirmó cuando emprendí un viaje por el Oeste (el Far West de mis sueños) que duró casi un mes y resultó ser el más impresionante de todos los que hice en mi vida, que no fueron pocos.

Y hoy son las elecciones estadounidenses que, por lo dicho en el párrafo anterior, no puedo dejar de seguir con especial interés, de considerarlas un poco mías; además, lo que pasa en ese gran país suele afectar al resto del mundo. Echando un vistazo atrás, veo que mis preferencias se inclinaron generalmente hacia los candidatos demócratas y raras veces hacia los republicanos, pese a que yo soy más del Oeste, de John Wayne y de Gary Cooper, que de Nueva York y sus intelectuales, aunque esa ciudad me fascinó y, en general, Woody Allen me gusta. En las últimas elecciones me llevé un gran chasco y una desagradable sorpresa con la derrota de Hillary Clinton, tremendamente capaz y que me caía bien. ¿Quién iba a contar con Trump, frente a toda razón y todas las encuestas? ¡Ojo ahora!

De Trump solo me cae bien (digámoslo así) Melania. Bueno, e Ivanka. Tampoco me desagrada que ponga de los nervios a toda la progresía, la oficial y la oficiosa. Y debo reconocer que a veces, en sus salidas de tono y su descontrol, me hace cierta gracia. Pero nada de eso impide que lo considere un desastre (aunque alguna razón tiene en algunas cosas) y opino que fue lamentable que llegase (no con mi respaldo) a la presidencia. Y me ahorro seguir poniéndolo a parir, porque de eso ya se encargan hasta la saciedad los progres, desde los neoyorquinos a los lucenses.

Enfrente, Biden. Vicepresidente con Obama y —quizá no sea así, en realidad— demasiado gris, poco generador de entusiasmos. Pero que Dios nos dé hombres grises y no disparatados para cargos de gran responsabilidad política. Poco puedo opinar de él. En todo caso, bienvenido sea, si es elegido. Pero creo que los americanos se equivocaron gravemente al no votar a Hillary en su momento, haciéndola la primera mujer presidente de su país y cerrando el paso a Trump.

Pues eso. Esta noche, para no variar, me pongo un western en la tele.

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