Opinión

Teníamos (y seguimos teniendo) razón

Puede ser un poco irritante para el paciente lector un título tan rotundo y poco modesto como el de este artículo, porque aunque se emplee el plural, no deja de ser primera persona. Pero es lo que hay. ¿Y quiénes somos los que teníamos y seguimos teniendo razón? Pues los ecologistas. Permítaseme un poco de historia personal.

Hace casi cuarenta años empecé, digamos, mi vida pública, al margen de la profesional. Y la empecé como ecologista, lo que había sido, sin darle nombre, desde siempre, se podría decir que por herencia paterna. Mis primeras secciones en El Progreso se llamaron, si no recuerdo mal, Ecología lucense y Ecologismo. Poco después, un puñado de precursores creamos el Colectivo Ecoloxista Radical. Más adelante, intentando influir directamente en las decisiones políticas, fundamos Os Verdes, integrados en Los Verdes europeos, y nos presentamos a diversas elecciones, sin alcanzar la meta a veces por muy poco. Mientras tanto, libros, charlas y otras actividades, siempre con ese leitmotiv de que no podíamos seguir por el camino que llevábamos, que nos conduciría al abismo, y que había que defender la naturaleza y todos sus habitantes, no solo los humanos.

En aquellos comienzos se nos tachaba de alarmistas, de extremistas y se nos veía como una gente pintoresca, sin un fondo serio o importante. Nuestras denuncias contra la destrucción de hábitats, el exterminio de especies, contra la contaminación, contra la ruptura que estábamos originando en el equilibrio armónico de la Tierra eran tomadas por exageraciones de unos cuantos indocumentados. Pero poco a poco se fue viendo que nuestro mensaje no era catastrofista, sino realista o, visto de otra manera, que la realidad era catastrófica. Así llegamos a esta Cumbre del Clima de Madrid, llena de gente importante de todas partes del mundo. Y, por desgracia con décadas de retraso, se nos tiene que dar la razón a los ecologistas: o cambiamos de rumbo o nos hundimos.

Una derivación del ecologismo, pero sin apartarse de él, es el animalismo, que acentúa el componente ético y se rebela contra el mal trato que hemos venido dando a los animales a nivel individual, ya no solo vistos como integrantes de una especie. Un trato abominable y vergonzoso de persecuciones, cacerías, encarcelamientos, torturas, muertes. Resumiendo: el animalismo denuncia que se haga sufrir al que tiene capacidad de sufrimiento y se mate al que quiere vivir, sea de la especie que sea, la humana una más. También ahora el animalismo está visto por muchos, al igual que antes el ecologismo, como la exageración de unos cuantos extremistas. Pero crece y seguirá creciendo. Porque teníamos razón los ecologistas y seguimos teniéndola los animalistas.

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