Opinión

Ir

DESDE EL confinamiento, que parece una maldición eterna, nos preguntamos cómo era posible que antes y en ocasiones no supiéramos adónde ir. ¿Adónde vamos hoy? Esta duda se nos antoja, desde las actuales circunstancias de reclusión, de una estupidez supina. ¿Qué más daba? El caso era ir, tener ante ti la posibilidad de ir. Si hoy se nos plantease la oportunidad de hacerlo, saldríamos hacia cualquier sitio, importándonos un bledo qué sitio era ése. Parece mentira que un verbo tan corto, tan anodinamente repetido en la vida anterior, la de verdad, adquiera ahora una importancia capital.

Ir. Ir al monte o al mar, al café de la esquina o a ver escaparates. A nada, pero ir. ¿Cuál era el lugar que nos parecía menos interesante, menos atractivo, menos apetecible? Pues ese despreciado destino es hoy objeto de deseo ¡Quién pudiera ir! Porque el confinamiento se puede definir com el no ir, el no poder hacerlo. Y eso es muy duro.

Comentarios